“Los precios se van a disparar, sobre todo a partir de 2022”, afirma Palacios y explica que esto será así debido, sobre todo, a la escasez de desinfectantes de suelo y a la ineficacia de los existentes. Esto se traducirá en la necesidad de aumentar las tierras de cultivo para mantener los volúmenes de planta útil, de modo que se incrementarán también los costes de producción: agua de riego, mano de obra… Y todo esto volverá a dejar al vivero en una situación económica comprometida.
Actualmente, el sector depende de las autorizaciones excepcionales del dicloropropeno, la cloropicrina y de formulaciones que combinan ambas materias activas. Sin embargo, en breve, la situación será aún más complicada: “A partir de ahora, la normativa nos impone la desinfección de una misma parcela cada dos años”, de modo que volverán a incrementarse los costes de producción, sobre todo los derivados del aumento de la mano de obra para el arranque de malas hierbas.
«A partir de ahora, la normativa nos impone la desinfección de una misma parcela cada dos años»
Palacios apela a la “sensibilidad” del Gobierno para continúe renovando anualmente las autorizaciones excepcionales de las materias activas para la desinfección, y argumenta su petición en la “plena expansión” que vive el sector, referente a nivel internacional y, sobre todo, en su papel clave para la fijación de la población rural en Castilla y León.