Con los 7 rechazos por ‘Mancha negra’ (Phyllosticta citricarpa o CBS, por sus siglas en inglés) registrados en los puertos europeos durante el pasado mes de septiembre, ya son 26 los acumulados este año por causa de la presencia de este peligroso hongo (cuyo combate está regulado como “prioritario” por la UE) en cítricos procedentes de Sudáfrica. El número de interceptaciones del conjunto de 2024 recogido por la estadística oficial Erophyt-Traces acredita que los problemas de los operadores de este país para controlar esta enfermedad no son algo coyuntural. Desde 2021, de hecho y considerando los datos de este año como provisionales –porque no re-cogen los del mes de octubre, que también es de una especial intensidad importadora—el país austral sufre una media anual de 37 interceptaciones por este motivo. A estas cifras cabría añadir, indirectamente, las de Zimbabwe -otras 6 este año- país vecino cuyos principales productores y exportadores están integrados en la Citrus Growers Asociation of Southern Africa (CGA). A juicio del Comité de Gestión (CGC) –la patronal que aglutina a los exportadores privados de cítricos de España- estas cifras son “inaceptables y disparan el riego de contagio a las plantaciones de la UE, porque ya sabemos que este patógeno, al contrario de lo que nos decían precisamente desde Sudáfrica, sí se adapta al clima mediterráneo, como lo demuestra su presencia en Túnez, donde se expande sin control desde su identificación en 2019”. Así se manifiesta su presidenta, Inmaculada Sanfeliu, quien por ello concluye que el panel solicitado en la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la UE se “ha deshinchado antes siquiera de convocarse”. Lejos de acceder a las pretensiones del Gobierno de Sudáfrica, que quiere con esta acción inédita flexibilizar la actual normativa no sólo para ‘Mancha negra’ sino también para la ‘Falsa polilla’, “lo que debiera plantearse es endurecerla y/o homologarla con la de otros países occidentales, como EEUU”, sentencia a este respecto Sanfeliu.
Al contrario de lo ocurrido en 7 de las últimas 11 campañas de importación, la patronal sudafricana de los exportadores (CGA) no ha tomado en la presente temporada la decisión unilateral de suspender las importaciones de naranjas desde zonas declaradas con este patógeno, lo que quiere decir que la Comisión Europea (CE) no le ha obligado a adoptarla, a pesar del elevadísimo número de interceptaciones. Conviene recordar a este respecto que en 2023 sí adoptaron tal medida y desde el 15 de septiembre, teóricamente, sólo exportaron desde áreas declaradas exentas. Tal cosa no impidió que, en octubre de ese año y cuando ya estaba vigente tal limitación, se detectasen hasta 12 parti-das de naranjas infectadas. “El descrédito de Sudáfrica en materia de sanidad vegetal es absoluto, por lo que con-vendría que, antes de reclamar cuentas a la UE en la OMC, la CE pidiera explicaciones por tal irregularidad y compro-base si realmente están cumpliendo con lo exigido en la normativa comunitaria y están usando los fungicidas más eficientes contra la enfermedad. Igual confirman que no y que por ahorrarse los tratamientos con los productos más adecuados (y más caros) están poniendo en riesgo a nuestra citricultura”, advierte la responsable del CGC. Así se en-tendería, por otra parte, que este año y pese a registrar una cifra preocupante de rechazos por CBS, tanto en Sudáfrica como en Zimbabwe, la CGA haya rehusado promover esta medida. Tal restricción, por otra parte, es fundamen-talmente cosmética, ha sido promovida recurrentemente en el pasado para evitar una reacción más vehemente por parte de la UE porque, de hecho, las zonas donde oficialmente el hongo está presente son también las más precoces y en septiembre y octubre ya están casi todas recolectadas y comercializadas. De la gravedad de la afección del CBS da una idea la carta que, en abril, dirigió la propia CE a las autoridades sudafricanas en su contestación a la llamada a consultas en la OMC. En aquel escrito el ejecutivo de la UE reseñó que el impacto económico resultante de la hipo<-tética afección de ‘Mancha negra’ en las zonas citrícolas europeas ascendería –según EFSA- a 1.182 millones de euros.
La situación de otros dos patógenos que la UE también tiene regulados como prioritarios -la ‘Falsa polilla’ (Thaumatotibia leucotreta) y el Citrus Greening (o HLB)- no es menos preocupante. Al respecto del primero, para el que las autoridades sudafricanas han pedido abrir un segundo panel en la OMC, el CGC tiene constatado el incumplimiento reiterado o recurrente de los operadores sudafricanos de las condiciones reguladas en 2022 para someter a las naranjas procedentes de países afectados por ‘Falsa polilla’ a un tratamiento de frío. Este mismo año se han producido dos interceptaciones en naranjas en las que se confirmó la presencia de larvas de este insecto (1 de Sudáfrica y otra de Zimbabwe) y una tercera en limones (también de este último país). En 2023, por su parte, fueron 4 (3 de Sudáfrica y 1 de Israel, que está exento de cumplir este tratamiento). Motivos por los que el CGC reclama extender el cold treatment a todos los países afectados por este patógeno y a todas las especies que, como las citadas, está acreditado que son hospedantes de larvas de este (no sólo naranja, también mandarina y limón).
En cuanto al HLB, como se recordará, fue el propio CGC el que alertó en abril de la reaparición en Sudáfrica de la cepa africana (Candidatus liberibacter africanus), que se sabe menos virulenta que la asiática pero que es igualmente grave, que provoca una drástica reducción de la producción e incluso la muerte en bastantes casos del árbol. Pues bien, según advirtieron entonces desde el Citrus Research International –CRI, el centro de referencia en cítricos de Sudáfrica que financian sus propios exportadores- ya en 2022 se confirmó la presencia en el país de esta variante –que como la asiaticus no tiene cura- y fue más recientemente, en octubre de 2023, cuando el propio CRI informó que se volvió a identificar en Gqeberha (en el sureste del país). Se trata de una zona residencial pero especialmente crítica dada su proximidad a una de las mayores áreas productoras, Sundays River y sobre todo a las instalaciones de la Citrus Foundation Block, donde se sanean las yemas que posteriormente usan los viveros que abastecen de frutales a todo el país. Pues bien, el pasado 4 de octubre -más de dos años después del primer hallazgo y justo uno después del segundo, más grave si cabe- el Ministerio de Agricultura sudafricano comunicó el inicio de un “programa de vigilancia” en tal zona “como base para una mayor consideración sobre si la plaga está ampliamente distribuida o no, para permi-tir la implementación de medidas fitosanitarias efectivas y eficientes”. La presidenta del CGC lamenta que, ante una enfermedad de primer orden como ésta “más allá de la delimitación inicial aún no se tenga del todo claras las zonas afectadas y las autoridades -que son las únicas competentes a la hora de aplicar medidas de cuarentena- hayan tar<-dado tanto en reaccionar” matiza la responsable de la patronal de los exportadores españoles.