Las olas de calor extremo, cada vez más frecuentes debido al cambio climático, presentan un gran desafío para la gestión de alimentos perecederos. Durante los meses de verano en España, se desperdicia un 30% más de alimentos que en el resto del año, según datos del Panel de Cuantificación del Desperdicio Alimentario en los Hogares del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, recogidos por la startup especializada en la optimización de excedente alimentario Phenix. El calor extremo es también un desafío para los supermercados y las cadenas de alimentación. En este artículo se expone los principales retos y soluciones para abordar el desperdicio de comida durante la temporada estival.
El reto círculo vicioso del desperdicio
Los días de calor extremo aceleran la descomposición de alimentos perecederos, como frutas, verduras y productos cárnicos. En condiciones de altas temperaturas, estos productos pierden su frescura más rápidamente, reduciendo su vida útil y aumentando la probabilidad de convertirse en desperdicio antes de ser consumidos. Como resultado, una mayor cantidad de productos se desechan por no cumplir los estándares de calidad para la venta.
La llegada de las vacaciones y los cambios bruscos en las temperaturas también afectan los hábitos de consumo de los clientes, dificultando la predicción de la demanda y el ajuste de la oferta en los supermercados, lo que provoca desajustes que generan desperdicio. Esta situación no sólo provoca pérdidas económicas para los supermercados, sino que también genera un fuerte impacto ambiental al aumentar la cantidad de residuos orgánicos que terminan en vertederos, contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero que provocan el aumento de la temperatura global.
Estrategias para reducir el desperdicio alimentario
Para abordar este problema y reducir el desperdicio alimentario en los supermercados durante periodos de calor extremo, Phenix advierte de la necesidad de implementar estrategias integrales que abarquen toda la cadena alimentaria. Estas estrategias deben permitir cuantificar el desperdicio y entender dónde se genera más y a través de qué productos y categorías. Una vez identificados estos puntos, se pueden tomar medidas correctivas para prevenir y reducir el desperdicio, como:
- Venta con descuento de productos con fechas cortas: Productos próximos a vencer se venden a precios reducidos.
- Donaciones a asociaciones locales para el consumo humano: Productos que no se venden pero que aún son consumibles se donan a organizaciones benéficas.
- Donaciones para alimentación animal: Destinar productos no vendidos para el consumo animal (como a granjas, por ejemplo)
- Venta de frutas y verduras imperfectas: Alimentos que no cumplen con los estándares estéticos se venden a precios más bajos.
- Sensibilización a los consumidores: Educar a los clientes sobre la planificación de compras y el almacenamiento adecuado de alimentos.
Recomendaciones para los consumidores
Los consumidores pueden reducir el desperdicio de alimentos planificando sus compras y menús diarios y comprando solo lo necesario. Es importante conservar adecuadamente los alimentos para que no se estropeen. Entender el etiquetado de los productos y saber distinguir entre la fecha de consumo preferente y de la fecha de caducidad es clave para maximizar la vida útil de los productos. Asimismo, los consumidores pueden realizar donaciones de alimentos a bancos de alimentos y asociaciones benéficas, ayudando a quienes más lo necesitan.
El compromiso de Phenix
Garantizar la fiabilidad de los datos e identificar patrones de desperdicio es esencial para realizar análisis de calidad y tomar decisiones fundamentadas. La precisión en la entrada de datos es el primer paso crucial en este proceso. Así, establecer procesos de entrada de datos precisos y estandarizados, implementar controles de validación en tiempo real y utilizar herramientas de calidad de datos son elementos clave. Además, fomentar una cultura de retroalimentación y mejora continua es esencial para mantener la integridad de los datos.
En resumen, la reducción del desperdicio alimentario en los supermercados no sólo es posible, sino que también es una oportunidad para mejorar la rentabilidad del negocio y promover prácticas comerciales sostenibles y éticas.