El periódico El País titulaba así un gran artículo publicado este domingo, basándose en el trabajo del equipo de Fernando Tomas Maestre Gil, hasta entonces en la Universidad de Alicante y ahora investigador de la King Abdullah University of Science and Technology, en Thuwal (Arabia Saudí), ya que se tuvo que mudar, nos dice la Agencia EFE, por entre otras razones, “la excesiva burocracia” y “las dificultades para poder mantener un grupo de investigación estable”.
Fuente: https://efe.com/ciencia-y-tecnologia/2024-02-09/prestigioso-cientifico-fernando-maestre-deja-espana/
Como nos informa también este mismo periódico, “la lista de científicos más citados del mundo excluye a más de 1.000 por fraude. Tras el escándalo destapado por EL PAÍS, Arabia Saudí ha perdido el 30% de los investigadores de los que presumía, lo que provocará que sus universidades se desplomen en los ‘rankings’ internacionales”. No es extraño entonces que hayan salido con la chequera a reclutar a quien pueda estar en el mercado.
Se une así a la ya larga lista de emigrantes a las monarquías árabes, todas por razones altruistas, como Rafael Nadal, nuestro Rey emérito, Cristiano Ronaldo o Karim Benzema.
Alberto Garrido no es ni Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina, en el área de ciencias y tecnologías de los recursos naturales ni Premio Jaume I en Protección del Medio Ambiente. Pero es uno de los sufridos investigadores españoles que resiste en su país a pesar de la burocracia, que completa su actividad científica con ser Vicerrector de la Universidad Politécnica de Madrid y Director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín. Le ha dado tiempo de coordinar, con el profesor Jaime Lamo de Espinosa, el libro recientemente publicado por Cajamar “Regadío y seguridad alimentaria. La situación en España”[2].
Siendo importante el tema, el titular dice que se pierden 10,7 hm3 al año, y el gráfico acumula 6 años de perdidas de agua 2018_2023. Pero el lector tiene que saber que el regadío usa 24000hm3/año normal; perdidas por destríos 1/2400, ~0,04%. https://t.co/TipEwSXeLR
— Alberto Garrido (@garrido1964) February 18, 2024
Alberto Garrido ha enmarcado el debate planteado por el artículo de El País señalando que en el se dice que se pierden 10,7 hm3 al año, sin mencionar que el regadío usa 24.000hm3/año normal [3]. En otro Tweet, recuerda también que “el desperdicio de alimento en hogares es de unos 500 hm3 año, 50 veces más”[4] que los 10 hm3 mencionado, aportando los resultados al respecto de la tesis doctoral de Alejandro Blas Morente[5].
Siento decirlo, pero los números bailan, y en todo caso no ponen el acento donde se debería: el desperdicio de alimento en hogares es de unos 500hm3 año, 50 veces mas que lo se reporta. Ver tesis doct de A Blas https://t.co/ytB8ATpDbP https://t.co/TipEwSXeLR
— Alberto Garrido (@garrido1964) February 18, 2024
No he encontrado la publicación científica donde se ha publicado el artículo al que El País hace referencia, y estaré encantado de leerlo y comentarlo si alguien me lo facilita. Mientras tanto, me tendré que limitar al artículo ya citado.
Ya hemos puesto en relación con otras magnitudes los 10.7 hm3 de agua mencionadas. Pero si entramos más a fondo en el artículo, nos damos cuenta de que más del 50% de los productos retirados por las organizaciones de productores de frutas y hortalizas, que sirven de base para este cálculo, no son desaprovechados sino que entran en los mecanismos de distribución gratuita para los más necesitados.
Entiendo que alguien que va a disfrutar en Arabia Saudí de unas, digamos “buenas” condiciones de trabajo (y salariales), no le preste atención a los mas desfavorecidos que vivían en su anterior país de residencia. Yo, como uno de los padres de la criatura, estoy muy orgulloso de haber promovido unos Reglamentos comunitarios que canaliza en toda la medida de lo posible hacia ellos los excedentes que, en todo caso, se van a producir.
Porque excedentes puntuales siempre se van a producir. Son muchas veces resultados de que ni la oferta ni la demanda diarias de una fruta y hortaliza son previsibles, ya que en ambos casos intervienen (ente otros) la meteorología y la producción de los competidores, nacionales, europeos o de terceros países.
Tema distinto son los productos que no cumplen las normas de comercialización o que, cumpliéndolas, no son atractivos para los consumidores. Este es un tema importante, señalado correctamente en el artículo de El País entre otros por el compañero de COAG de Murcia, en el que se debe trabajar, y mucho, desde distintos ángulos, desde la información y formación de los consumidores hasta los posibles usos alternativos.
También distinto es el problema de los excedentes estructurales, cuando la oferta ya no está adaptada a una demanda que ha cambiado (caso del vino señalado en el artículo por el compañero de la UPA) o cuando supera claramente la demanda, caso este año de los limones. El consumo mundial está aumentando pero el crecimiento de la producción española ha sido demasiado rápida.
El mejor servicio que pueden brindarse desde los poderes públicos es potenciar los estudios de mercado, que permitan anticipar las evoluciones futuras tanto de la oferta como de la demanda. Promover la organización comercial de los productores, por un lado, y de la cadena alimentaria con las Interprofesiones por otro, para que todos y cada uno de ellos asuma sus responsabilidades como empresarios.
[2] https://www.plataformatierra.es/innovacion/regadio-seguridad-alimentaria-situacion-espana
[3] https://twitter.com/garrido1964/status/1759250802105823642?t=dty8Xefbn0oguSF5Guygfw&s=09
[4] https://twitter.com/garrido1964/status/1759252460269338944?t=zss1A3uYji_8qkcXXnWOEg&s=09