Muchas personas podrían creer que la creación y construcción de una marca es solo una cuestión de casualidad, condiciones idóneas o pura suerte. Pero nada podría estar más lejos de la realidad.
Las grandes marcas alcanzan su estatus icónico, se transforman en un tótem, cuando una empresa comprende y siente su marca, y cómo esta debe influir en el funcionamiento diario del negocio. Es mucho más que la percepción que las personas tienen de su organización y de sus productos. Es el alma, es la personalidad de su negocio y, por lo tanto, tiene que manifestarse a través de todo lo que hacen.
Las marcas de éxito entienden, además, que los clientes no solo compran sus productos basándose en un análisis racional de precio y calidad, sino también por los sentimientos y valores asociados. Y aquellas que se transforman en tótems modernos disfrutan de diversos beneficios. Por ejemplo, que los clientes, o creyentes, están dispuestos a pagar precios más altos por sus productos. Y esto es un dato, no una opinión.
Una marca es más que una simple herramienta de marketing: es una brújula para la organización de una empresa
Otro beneficio es que la compañía tiende a tener más facilidad para alinearse con un conjunto de valores. Esto se debe a que una marca puede usarse como una brújula estratégica, que la guía sobre cómo tiene que construir su cultura corporativa, cómo vivir los valores y cómo extender esto a los procesos de diseño o a las campañas de marketing o comunicación.
Más allá del marketing
Mucha gente piensa que la única función de una marca es la publicidad y el marketing. Sin embargo, no es así, y esto se demuestra incluso dentro de la organización. Si se alinea la cultura corporativa con los valores, se puede ayudar a los empleados y colaboradores a trabajar mejor hacia un objetivo común.
Esta alineación también amplía el poder hacia el consumidor. Más personas de la empresa de las que usted imagina conectan la marca y el cliente. Si estas personas no están correctamente alineadas con los valores, bloquearán o distorsionarán su esencia, disminuyendo su eficacia e impacto. Para evitar que esto suceda, hay que corregir cualquier brecha o inconsistencia entre los valores y su entidad.
Esto significa que hay que educar a todas las partes interesadas. Cada trabajador debe comprender cómo sus acciones impactan, cómo pueden representarla con precisión y mejorar su valor a través de su trabajo diario. Por ello, uno de los desafíos de construir una gran marca radica en lograr que toda su compañía se presente como un frente unido. Puede tener varios departamentos que se ocupan de los clientes y, sin embargo, debe integrarse total y uniformemente en todos ellos. Así, corresponde buscar un crecimiento y un cambio que esté en línea con su propósito, su visión, su misión, sus valores y su cultura.
Para Stalman, uno de los desafíos de construir una gran marca radica en lograr que toda la compañía se presente como un frente unido.
Ahora usted sabe que una marca no es solo un método de marketing, sino también una herramienta incalculable para inspirar y activar su organización, generar mayores niveles de compromiso, atraer y retener talento, ampliar márgenes y tomar decisiones estratégicas complejas. Siempre teniendo presente la importancia de creer en el propósito y vivirlo, transmitir y sentir los valores, la cultura y, en definitiva, construir una conexión. Además de crear tendencia, es importante no tratar de complacer a todos y generar una buena experiencia del cliente y del empleado a través de la generosidad y el compromiso.
Las marcas fuertes pueden atraer a muchos clientes, pero deben tener cuidado de mantener la integridad y no solo perseguir tendencias o crecimiento. Porque es el alma de lo que hacen, de cómo lo hacen y, sobre todo, de por qué lo hacen. Cuidarla, mimarla y sentirla es parte esencial de cualquier empresa de éxito en esta nueva era.