La Comisión Europea dejó este miércoles el camino libre a la creación del nuevo gigante mundial del sector de las semillas y los pesticidas. Bruselas ha anunciado que autoriza la adquisición de Monsanto por parte de Bayer a cambio de 66.000 millones de dólares (53.800 millones de euros al cambio actual).
Las autoridades de Competencia estiman suficiente el compromiso de la nueva compañía de desprenderse de activos por valor de 6.000 millones de euros. Concretamente, el plan con el que han convencido a Bruselas contempla la venta de todo el negocio de semillas de Bayer, así como de parte de la división de fitosanitarios. El comprador es la germana Basf, que abonará 5.900 millones de euros en una operación concebida expresamente para obtener el visto bueno comunitario al acuerdo.
Ante las dimensiones de la operación, la mayor compra de la historia por parte de una empresa alemana, la mayor preocupación de Bruselas era que la concentración llevara aparejada una subida de precios para los agricultores, sus mayores clientes debido a la posición dominante de la nueva sociedad. La desinversión ha calmado los ánimos por ahora. “Nuestras condiciones permiten garantizar que la competencia y la innovación seguirán existiendo en los mercados de semillas, pesticidas y la tecnología agrícola”, aseguró la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager.
Bajo la lupa global
Las múltiples derivadas de la fusión ha exigido la intervención de numerosos organismos regulatorios. Más de 30 deben pronunciarse al respecto. Entre los últimos en dar luz verde al trato están China y Brasil, mientras que EE UU y Rusia aún no han dado su beneplácito. “Continuamos examinando los efectos de la transacción sobre los granjeros americanos y los consumidores”, señalaron este miércoles las autoridades estadounidenses.
La transacción no convence a los ecologistas. El grupo de Los Verdes en la Eurocámara criticó la fusión con dureza: “Además de veneno, Bayer nos venderá los remedios”, afirmaron en un comunicado. «La agroindustria ya está demasiado concentrada, unas pocas empresas dominan completamente la producción de alimentos. Fusionar dos de los actores más importantes y con mayor cuota de mercado solo empeora la situación», añadió el eurodiputado ecologista Ernest Urtasun.
Fuente: El Pais