La campaña de boniato en la zona productora de la provincia de Cádiz suele comenzar cada año en el mes de septiembre con grandes volúmenes de producción. Sin embargo, la sequía padecida hasta el mes de febrero, seguida de las fuertes lluvias en marzo y las bajas temperaturas durante mayo y junio (incluso julio) han provocado que el desarrollo del cultivo sea más lento, hasta el punto de que ha provocado un retraso, de al menos un mes, en la entrada en producción de grandes volúmenes. Asimismo, prevén un menor rendimiento por hectárea que aún no han podido calcular, cuya cantidad probablemente se compense con el aumento de superficie sembrada.
Así, en estos momentos, “no hay suficiente boniato para responder a la demanda”, como sostiene, en declaraciones a la revista Mercados, Juan Manuel Rodríguez, el presidente de la principal entidad productora del Sur de la Península, la cooperativa Frusana (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz), que cuenta este año con una superficie de 500 hectáreas de este cultivo y una previsión de más de 20.600 Tn.
Además, cada año hay una mayor demanda de boniato por parte del mercado europeo, especialmente de Reino Unido y Francia, dado que es una hortaliza que está aumentando su consumo por su alto valor nutricional, como nos confirman desde Frusana: “El boniato está de moda”, señala su responsable comercial, Manuel Ávila.
Esta percepción del mercado es compartida por otros operadores de boniato, consultados por nuestra revista. Es decir, los mercados están a la espera de la recolección de grandes volúmenes de boniato para satisfacer su demanda, pero esta es mayor que la oferta existente, como también sostienen desde la firma gaditana de producto ecológico Cortijo Bio: “La producción no llega a cubrir la necesidad de los mercados, porque nuestros clientes nos piden aún más volúmenes”, explica su gerente, Jean Claude Mathaly.
El boniato se posiciona así como un nuevo superalimento para Europa, que tiene aún mucho recorrido.