Además, hace un llamamiento a mejorar la calidad legislativa, eliminar la legislación que fragmenta el mercado único y poner ésta al servicio de la competitividad empresarial y del bienestar de los ciudadanos.
El Comité Económico y Social Europeo (CESE) menciona a las alianzas de compra como un ejemplo de buenas prácticas para mejorar la competitividad del comercio minorista y mayorista en un dictamen sobre los 30 años del mercado único aprobado recientemente. El texto invita a apoyar las alianzas de compra como un medio para mejorar el bienestar de los consumidores por su efecto favorable para la competencia a escala nacional y europea. Este tipo de alianzas –materializadas en España a través de las centrales de compra y de la distribución mayorista- permite a numerosas empresas pequeñas y medianas competir tanto en surtido como precio y llevar bienes esenciales de gran consumo a todos los rincones de la geografía gracias a su apoyo a las cadenas regionales y de menor tamaño dentro de la distribución alimentaria.
Las alianzas de compra suscitaron hace meses un debate en torno a la Directiva 2019/633 del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a las prácticas comerciales en la cadena de suministro alimentario. En aquel momento, un informe del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea valoró positivamente su labor como un factor de equilibrio que fomenta la competencia empresarial en beneficio del consumidor. Ahora, el CESE vuelve a insistir sobre este aspecto en el marco del mercado único europeo.
El dictamen “Treinta años de mercado único: cómo mejorar el funcionamiento del mercado único” -del que Felipe Medina, consejero del CESE y secretario general técnico de ASEDAS, ha sido ponente principal y Horacio González-Alemán, CEO de la consultoría de asuntos públicos Thofood, asesor- recoge una reflexión sobre la necesidad de mejorar la competitividad y la sostenibilidad de las empresas para hacer frente a los escenarios económicos que se presentan tras la pandemia Covid-19, la crisis energética y la guerra de Ucrania. Además de la mención expresa a las alianzas de compra, también se refiere a la mejora de la calidad normativa, la armonización de las cualificaciones, la digitalización y la actualización de los plazos de aplicación del Pacto Verde como pilares para avanzar y mejorar el mercado único.
Uno de los aspectos que más preocupa a los consejeros del CESE es la mala calidad normativa y las trabas burocráticas que lastran la competitividad empresarial. Por ello, detecta como un problema “el auge de iniciativas reguladoras nacionales que entran en vigor antes de la publicación de las iniciativas europeas, dificultando la armonización de las normas y condicionando el debate comunitario”. En este sentido, hace también un llamamiento para “eliminar la legislación superflua”, pide que cada reglamentación se evalúe “en cuanto a su contribución a la competitividad de las empresas y el bienestar de los ciudadanos” vivan donde vivan e insta a la Comisión a revisar y controlar que los textos legislativos aprobados respondan al objetivo inicial de su propuesta, sobre la que se ha realizado una evaluación de impacto.
Para no perder competitividad, el CESE también hace un llamamiento a acelerar el reconocimiento de cualificaciones y diplomas entre los Estados miembro, además de abordar la preparación de la fuerza de trabajo europea para las nuevas demandas del mercado de trabajo, como las relacionadas con la transición digital.
Precisamente, Europa necesita “una política digital sólida y ambiciosa para aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación digital con vistas a mejorar la competitividad”. Y, en paralelo, apela a abordar el Pacto Verde desde este mismo enfoque de competitividad, con plazos de aplicación adaptados a la nueva realidad de Europa, ya que “las inversiones ecológicas podrían propiciar un largo periodo de crecimiento en el mercado interior de la UE y, al mismo tiempo, realizar una importante contribución al cambio climático”.
Para Felipe Medina, “con este dictamen, el CESE muestra su preocupación por que las empresas europeas sigan siendo competitivas y resilientes en un entorno de crisis permanente. El mercado único, que permite iniciativas como las alianzas de compra, ha sido un ejemplo de desarrollo económico y bienestar para los ciudadanos europeos. Por ello, hemos de superar el déficit actual de calidad legislativa. Esto es ahora más necesario que nunca para abordar con eficacia los retos de la triple transformación: digital, medioambiental y formativa que afrontan la inmensa mayoría de los sectores económicos”.