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23 Jun 2025 | Actualizado 10:29

Revista del Sector Hortofrutícola

«La mitad de los agricultores no tienen un ordenador»

¿Qué frena la transición digital del campo en Europa? Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba analiza qué medidas y políticas favorecen que la innovación tecnológica llegue al sector agrario.

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Como parte del proyecto CODECS, un consorcio europeo ha puesto en marcha una veintena de living labs – espacios de innovación colaborativa –  para estudiar sobre el terreno qué barreras y motivos tienen los distintos actores del sector agrícola para hacer su transición digital. 

El sector agroalimentario europeo está viviendo una doble transformación: digital y sostenible. El gran aumento demográfico del último siglo y las consecuencias del cambio climático han hecho que la demanda de alimento sea cada vez más difícil de cubrir.

“Todas las tierras que tienen vocación agrícola están en producción”, explica María del Mar Delgado Serrano, investigadora del Departamento de Economía Agraria, Finanzas y Contabilidad de la UCO que participa en el proyecto CODECS. “Todo el terreno que ganemos es a costa del medioambiente” y, aclara, “si queremos hacerlo de forma sostenible, no tenemos más tierra”.

Esta realidad está obligando al sector a buscar nuevas estrategias que cubran la demanda sin dañar en exceso el medioambiente, y muchas de ellas conllevan el uso de tecnología digital, como los sensores para reducir el uso de agua o fertilizantes, o las imágenes por satélite o dron para controlar el cultivo.

Sin embargo, existe una brecha entre las nuevas tecnologías que podrían utilizarse, que son complejas y avanzan rápido, y quienes llevan a cabo las prácticas agrarias, que a menudo no cuentan con medios o formación para implementarlas.

Para solucionar este problema –y como parte del proyecto–, un equipo de la Universidad de Córdoba ha analizado qué instituciones y empresas hacen de intermediarias entre agricultores y la tecnología, y qué dificultades tienen para llevar la innovación al terreno.

Además, el grupo de investigación ha estudiado el entorno político de la digitalización en 18 países para ofrecer a la Comisión Europea una hoja de ruta con las políticas que necesita el sector para hacer su transición digital.

Interoperabilidad, protección de datos y competencias digitales son clave para la transición digital

Según el estudio, la falta interoperabilidad, es decir, la capacidad de una tecnología para comunicarse con otra es una de las principales barreras para la digitalización del sector agrícola. Es habitual que las empresas que venden sensores o maquinaria diseñen sus productos con un sistema cerrado u opaco que sólo es compatible con otros dispositivos de la marca.

Esa dependencia hace que muchos agricultores se vean obligados a comprar dispositivos nuevos en vez de hacer mejoras a su maquinaria que serían mucho más económicas.

Aunque el mayor problema es la desconexión entre la realidad de la práctica agraria, donde los agricultores rondan los 60 años de media y no suelen tener competencias digitales, y las medidas que se hacen para impulsar la transformación del sector, que a menudo requieren un conocimiento avanzado de la tecnología.

“La mitad de los agricultores no tienen un ordenador”, señala Delgado Serrano. Sin embargo, “para el pago de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), el agricultor debe tener un cuaderno digital detallando cada tarea“, explica la investigadora. “Implica un cambio radical de forma de funcionar”.

La formación también es un problema, ya que la oferta no está adaptada a las necesidades del sector. Las competencias digitales se suelen impartir con programas teóricos en universidades y centros de capacitación, que son mucho menos efectivos que las formaciones prácticas en terreno (demo-farms), que permiten ver cómo funciona la tecnología.

Otro problema es la propiedad de los datos que recoge la tecnología digital, que tiene un valor muy grande para el mercado. “El tractor está mandado información al fabricante sobre el tipo de suelo, la compactación, el gasto, etc.”, explica Delgado Serrano. “¿Quién es el dueño de los datos?”, pregunta la experta. “Falta información y transparencia sobre qué se hace con esa información”.

Además, los datos sólo tienen utilidad si se tienen los medios para analizarlos y el conocimiento para tomar decisiones que mejoren la competitividad de la explotación agraria (Decision Support System). Lo que está generando una polarización entre las empresas que tienen recursos para invertir en profesionales especializados que interpreten esos datos, y las empresas que no tienen capacidad para hacerlo.

Para la experta, la solución pasa porque administraciones agrarias o la Comisión Europea, que es quien financia el proyecto, faciliten el acceso a esos datos, para que todo el sector pueda beneficiarse de ellos.

El objetivo ahora es traducir estos aprendizajes en propuestas útiles que acerquen la digitalización a las necesidades reales del campo, y eviten que la innovación se quede en los márgenes del sector. Para ello, la UCO y el resto del consorcio CODECS seguirán trabajando junto a los actores implicados en esta transición.

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