La empresa Hortamira, además de dedicar más del 85% de su producción a agricultura ecológica, ha obtenido este año la certificación de Agricultura Regenerativa de AENOR bajo el modelo de Epigen Healthy Bite, por su trabajo desarrollado en este tipo de agricultura, convirtiéndose en la primera empresa a nivel global que obtiene esta acreditación en el cultivo de hoja, demostrando así su firme compromiso por la sostenibilidad medioambiental. Durante cuatro años han llevado a cabo ensayos en su finca de forma piloto analizando la biodiversidad, el tipo de riego, el manejo de la salinidad…
La agricultura regenerativa pone al suelo como elemento clave en la producción agrícola y reduce la dependencia de productos químicos para el control de plagas, gracias a estrategias que equilibran el microbioma natural de los sistemas de producción, contribuyendo a mejorar la salud del cultivo. Con ella cuidan la salud del suelo mediante diferentes técnicas, regenerándolo y ayudando a la proliferación de microorganismos, a la retención de agua, etc., ayudando, entre otras cosas, al ahorro de recursos hídricos, tan importante hoy día. “Son muchos los beneficios de este tipo de agricultura, aunque aún no se ve recompensados desde el punto de vista comercial”, explica Pascual Blanco, el director Comercial de Hortamira.
Son muchos los beneficios de este tipo de agricultura, aunque aún no se ve recompensados desde el punto de vista comercial
Sin embargo, están convencidos de su aplicación porque el futuro de la agricultura depende del cuidado del medio, empezando por el suelo. Y el hecho de hacerlo bajo una certificación es para ofrecer una garantía. Además, “cuando hay una guía, a partir de ahora ya es más fácil hacerlo para los demás”, comenta el director comercial de la empresa pionera en este método.
Así, con su iniciativa esperan que otros agricultores se sumen a esta tendencia, viendo que aporta ahorro de recursos y una mejora en la salud del suelo, entre otros aspectos. Algo especialmente importante en zonas como en la que se encuentra Hortamira en la Región de Murcia donde apenas llueve, limitando la planificación de cultivos y la productividad de las plantaciones en todo momento. “El precio del agua de las desaladoras es prohibitivo y jugamos siempre con esa incertidumbre de no saber con cuánta agua contamos para la campaña”, comenta Blanco.
Para ello, también llevan a cabo ensayos con diferentes variedades más resistentes y proyectos de investigación que les ayuden a desarrollar el cultivo de la mejor forma posible. Esperan que el nuevo rumbo que parece tomar la política europea les ayude a ello: “Si no se apoya al agricultor, este no podrá cuidar del medio ambiente”, sentencia Blanco, apuntando la importancia de que se apliquen las cláusulas espejo para poder trabajar en igualdad de condiciones con respecto a terceros países.
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