Estamos siendo testigos de una desenfrenada carrera por la expansión en el sector de la distribución europea corroborado tras los últimos anuncios producidos en los primeros días del 2025.
Las grandes cadenas están abriendo nuevos puntos de venta a un ritmo vertiginoso, no cabe duda que están buscando la proximidad al consumidor final, dar respuesta a la creciente demanda de productos saludables y por supuesto ganar cuota de mercado
Para el sector agroalimentario, esto supone una mayor necesidad de abastecimiento, nuevas oportunidades comerciales y un crecimiento potencial en volumen. Sin embargo, esta situación también plantea incógnitas que no podemos obviar.
Porque esta expansión, que a simple vista parece una buena noticia ya que viene acompañada de grandes inversiones con todo y, por lo tanto, de subidas de costes. Y la pregunta clave es: ¿quién va a pagar la factura?.
La apertura masiva de nuevas tiendas no solo implica un mayor gasto en inmuebles, equipamiento y personal, sino que también exige una cadena de suministro más sólida y eficiente. Los márgenes en la distribución ya son muy ajustados, y en un contexto de inflación y presión sobre los precios, el dilema es evidente: ¿terminará este sobrecoste trasladándose al consumidor a través de precios más altos o, como ya ha ocurrido en demasiadas ocasiones, recaerá sobre los proveedores en forma de exigencias de precios más bajos y condiciones más estrictas?.
Además, cabe preguntarse si estamos ante un crecimiento sostenible o ante una posible burbuja de puntos de venta. En mercados maduros, con tasas de crecimiento del consumo limitadas, la expansión agresiva puede generar un exceso de oferta que termine por hacer inviables algunos establecimientos, desencadenando un reajuste abrupto en el sector.
Desde el punto de vista del proveedor, esta dinámica exige cautela. Más tiendas significan más oportunidades, pero también más riesgo. Aumentar la producción o comprometerse con volúmenes mayores sin garantías de estabilidad a largo plazo puede ser peligroso. Es fundamental que esta expansión venga acompañada de acuerdos sólidos, relaciones comerciales equilibradas y una visión realista del mercado.
La cuestión, por tanto, no es solo cuántas tiendas se abrirán, sino cómo se financiará esta expansión y qué impacto tendrá en toda la cadena de valor. La carrera por crecer debe ser sostenible para todos los eslabones de la cadena.