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La cooperativa agrícola Frusana prevé para este año una reducción de su producción de zanahorias de un 20%. Una helada en febrero y las limitaciones de materias activas para la desinfección fueron algunas trabas, como comenta Tomás de la Vega, técnico de la cooperativa. El cuadro de plantación ha sido el mismo de años atrás. “Esta reducción va a provocar que muchos agricultores vean limitada su rentabilidad”, explica De la Vega.
La bajada de producción lleva consigo una subida de precios, pero los costes de las materias primas se han incrementado, reconoce de la Vega que, “no compensan, porque, aunque los precios están subiendo una media de un 20%, los costes están muy por encima de ese porcentaje”.
«Falta tecnificación en el sector, siendo la mano de obra su mayor coste»
Reto
Ante este escenario, el reto del sector, según apuntan desde Frusana, es ofrecer la máxima calidad, que es la que demandan los mercados. Pero no es el único reto, la crisis climática pone en riesgo a las variedades actuales, así como también “hay una falta de tecnificación en el sector, siendo la mano de obra el mayor gasto, para lo que intentamos que las fincas estén cada vez más mecanizadas”, detalla Tomás De la Vega.
Respecto a las variedades, no solo deben aumentar su rusticidad, sino también las resistencias a todas las plagas que hay actualmente, puesto que las restricciones de materias activas aumentan la vulnerabilidad del cultivo de zanahoria.
Reconoce De la Vega que las cadenas, en este contexto, entienden su situación y planifican programas que aseguran el cultivo. Pero la rentabilidad sigue siendo muy baja para la zanahoria, que tiene ahora el mismo precio de hace 30 años, teniendo en cuenta que todos los factores externos han subido de precio.