“En los años 60, mi padre era un productor de pepinos que luchaba con medios químicos contra las persistentes plagas de araña roja cuando se le ocurrió la idea de encontrar un enemigo natural para vencer de una vez por todas a esta plaga», recuerda Paul Koppert, antiguo Director General de Koppert e hijo de Jan Koppert, un agricultor holandés que fundó la compañía en 1967. “Su incesante viaje de exploración le llevó a centros de investigación del Reino Unido y, finalmente, a Suiza, donde encontró lo que buscaba: el ácaro depredador Phytoseiulus persimilis».
“De vuelta a casa, Jan Koppert lo introdujo en su propio invernadero, donde, tras una serie de obstáculos iniciales, el ácaro depredador empezó a resultar prometedor. Mi padre había renunciado a los agentes químicos porque su efecto había disminuido y los productos disponibles en aquella época no eran capaces de controlar la plaga eficazmente. Fue muy persistente en los ensayos con el ácaro depredador en su cultivo de pepinos y pronto los vecinos empezaron a sentir curiosidad por lo que Jan hacía en su invernadero. Al principio se mostraron escépticos, pero después de introducir repetidamente el ácaro depredador, mi padre empezó a mostrar cierto éxito”, recuerda con orgullo el hijo del fundador de Koppert.
Jan Koppert mostró el camino
“La empresa Koppert fue creada por mi padre y mi hermano Peter en 1967, cuando decidieron comercializar la primera producción de ácaros depredadores para el control biológico de la araña roja», explica Paul. Koppert fue el primero en ofrecer una solución biológica en el mercado y, años después, se sigue produciendo este ácaro increíblemente útil, Phytoseiulus persimilis, junto a muchos otros ácaros depredadores.
“Cuando falleció mi padre, mi hermano Peter empezó a dirigir Koppert como empresa comercial. Yo me uní a ellos en 1972, y mi primo Henri Oosthoek en 1977. Desde el principio, utilizamos un sistema integrado de gestión de plagas que incluía plaguicidas químicos compatibles y se hizo necesario dar a los productores bastante asesoramiento técnico. De este modo, además de productores nos convertimos en asesores, algo que seguimos haciendo hoy en día», añade Paul Koppert.
“A lo largo de los años, algunas cosas han jugado a nuestro favor. Las plagas son cada vez más resistentes a los agentes químicos, por lo que los productores buscan activamente soluciones alternativas para plagas y enfermedades. Al mismo tiempo, los supermercados exigen un control más estricto de los residuos químicos en frutas y hortalizas. Esto obliga a los agricultores a buscar soluciones seguras, y nosotros estamos más que preparados para ayudarles», explica el hijo del fundador de Koppert.
Un lugar perfecto para empezar
Westland, la mayor zona de cultivo de hortalizas y flores de los Países Bajos, ofrecía a Koppert un mercado muy activo y profesionalizado: casi 10.000 hectáreas de invernaderos especializados en tomate, pepino, pimiento y una amplia gama de flores.
“Teníamos la mejor ubicación y cientos de agricultores a los que atender muy cerca de nosotros. A medida que nuestros programas de control integrado de plagas iban teniendo más éxito, decidimos poner nuestras soluciones biológicas a disposición de todo el mundo. Creamos un departamento de I+D y profesionalizamos los sistemas de producción. La creciente demanda de nuestros productos pronto nos obligó a establecer filiales y unidades de producción en todo el mundo”, recuerda Paul Koppert.
Innovación continua
Los ácaros depredadores forman una familia de productos muy importante actualmente en Koppert, ya que siguen desempeñando un papel fundamental en las estrategias de Gestión Integrada de Plagas (GIP). “Ahora que la tercera generación de Koppert dirige la empresa, estamos más comprometidos que nunca con la búsqueda de soluciones biológicas innovadoras para los agricultores», asegura Paul Koppert.
“Estoy orgulloso de toda la empresa que hemos creado y de la gente que trabaja aquí. Lo hacemos juntos. Innovar, aportar algo nuevo al mercado, eso está en nuestros genes. «, concluye Paul Koppert.