Asaja-Almería: «Producir una hectárea de invernadero es ahora 16.000 euros más caro»
“El coste ha subido esta campaña un 33%, de media, mientras que los precios de los productos lo han hecho alrededor del 20%”. Así lo afirma Adoración Blanque, secretaria general de Asaja-Almería, en esta entrevista.
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A estas alturas de la campaña hortícola, son muchas las voces que hablan de una campaña excelente, de precios altos. ¿Puede afirmarse que estamos ante un ejercicio histórico?
Para ASAJA-Almería, es precipitado lanzar campanas al vuelo, especialmente porque aún nos queda la primavera, que como venimos observando en los últimos años no está siendo nuestro punto fuerte y, además, este año nos encontramos en un entorno de gran inestabilidad, de subida de costes y daños en las plantaciones, con lo que es preciso tomar cierta perspectiva. Para empezar, porque estamos ante la campaña más cara de la historia, con una subida media de costes en el sector hortícola hasta el momento del 33%; por ejemplo, insumos como los fertilizantes, la electricidad o el plástico han subido más de un 50% en la actual campaña, lo que supone que, cuando llegue el final, habrá que hacer números. En estos momentos, el incremento del coste es de 1,60 euros el metro, es decir unos 16.000 euros más por hectárea, cifra que, de no contenerse el coste de ciertos insumos, podría incluso ser mayor.
Es cierto que durante el invierno las pizarras en origen se han mantenido en un nivel aceptable, que ha permitido a muchos agricultores que venían arrastrando pérdidas del año anterior sacar adelante esta campaña, pero no debemos olvidar que ha habido menor producción debido a la climatología, que ha afectado a la práctica totalidad de los productos. Por poner un ejemplo, en el pimiento tipo California, la subida de precios al agricultor es de un 4%, una subida moderada si se compara con la de cualquier insumo necesario para producir. El tirón de la subida de los precios lo lleva este año el tomate, especialmente el rama y pera, y su principal motivo es la reducción de superficie y producción, y la demanda existente de producción durante el invierno, ya que otras zonas como Holanda han modificado su calendario debido a la situación del coste energético. La subida media del precio del resto de hortalizas ronda el 20% en estos momentos, lo que podría no ser suficiente para cuadrar números si los costes siguen subiendo, ya que estaríamos con un déficit ingresos-costes de un 13%.
Teniendo en cuenta las consecuencias del conflicto en Ucrania, ¿debe Europa tomar conciencia de que producir menos supone importar más?
Lamentablemente, la situación generada por la guerra de Ucrania ha puesto sobre la mesa un asunto que en ASAJA venimos recordando y apuntando, y es la importancia de salvaguardar la soberanía alimentaria de Europa, protegiendo su actividad agrícola y ganadera en lugar de poner en marcha medidas que frenan la productividad. Así, por ejemplo, lo hemos advertido con la Iniciativa del Campo a la Mesa o el Pacto Verde. Si Europa no toma conciencia de que producir menos equivale a importar más y a que eso nos hace depender de un tercero, puede ocurrir lo mismo que pasa este año con los cereales. Creemos que tenemos la oportunidad para dar preferencia a nuestras producciones y para garantizar la permanencia y supervivencia de la agricultura y la ganadería.
¿Complica la sequía la situación actual del sector?
Con la última incorporación de la comarca del Poniente en situación de sequía y la pertinaz escasez que padece el Levante, el asegurar el acceso al agua se convierte en una prioridad. Para ASAJA, el agua siempre ha estado en nuestras reivindicaciones y, aunque es cierto que nuestros agricultores están acostumbrados a aprovechar hasta la última gota, no lo es menos que se necesita articular todas las infraestructuras para garantizarla. La sequía extrema que padecemos en la provincia pone de manifiesto la necesidad de contar con infraestructuras hídricas.
¿Está en riesgo el futuro de las plantaciones?
Afortunadamente, en la provincia de Almería hemos hecho los deberes y somos un ejemplo de eficiencia, por lo que podemos seguir produciendo, sin embargo, no podemos confiarnos. Con el agua, al igual que ocurre con muchos otros factores, nuestro punto débil es el coste del metro cúbico y la falta de infraestructuras, especialmente en el Levante, que lleva 10 años con una desaladora inutilizada y dependiendo de trasvases como el del Negratín, que lleva meses cerrado y con el Tajo-Segura en entredicho. Consideramos imprescindible invertir en infraestructuras que permitan aprovechar toda el agua independientemente de su procedencia, apostar por un precio que permita seguir cultivando y dar seguridad jurídica a los regantes.
¿Es suficiente la medida aprobada para reducir el coste del agua desalada?
Ciertamente, el coste del agua es un factor que lastra nuestra competitividad. Antes de la espectacular subida de la luz, ya veníamos pagando en algunos puntos de la provincia el agua a precio de oro. Esta campaña este coste se ha disparado, especialmente por la subida de la factura eléctrica, que ha alcanzado en los últimos meses un nivel insostenible. Hay zonas en nuestra provincia en las que se paga el metro cúbico por encima de 1 euro, lo que hace inviable la explotación, como ha ocurrido este año en el cultivo de cítricos, por ejemplo.
En lo que respecta al agua desalada y la bajada a 45 céntimos, desde ASAJA creemos que supone un alivio para los agricultores, pero no podemos quedarnos aquí, es necesario trabajar para buscar alternativas y soluciones para los costes energéticos, la factura de la electricidad se ha visto incrementada en esta campaña hasta un 300%, si no se pone freno o se buscan tarifas especiales para el riego, el cartel de cierre se verá en muchas explotaciones”.
¿Hasta qué punto ha incrementado la reforma laboral los costes en mano de obra?
Los costes de mano de obra suponen casi la mitad del total de las explotaciones hortofrutícolas, de hecho, en numerosas ocasiones, son uno de los motivos de elección para el agricultor entre un cultivo u otro. Esta campaña ha subido alrededor del 10% el gasto derivado de la mano de obra, impulsado por el incremento del 5% en el Salario Mínimo Interprofesional y, si lo sumamos al incremento en las campañas anteriores, se sitúa en casi un 30% la subida de los costes sociales.
La reforma laboral es una de las novedades de esta campaña, una norma que se ha hecho sin tener en cuenta las peculiaridades del sector, ya no sólo del agricultor o ganadero, sino de los propios trabajadores. Por eso, en ASAJA estamos reclamando una mayor flexibilidad con una actividad que está marcada por numerosos factores ajenos al propio agricultor.
Una vez en vigor, ¿cuál es su principal efecto?
Rigidez laboral, aumento de costes y encarecimiento del despido. Se ha asociado estabilidad con calidad en las relaciones laborales y esto no es así; el hecho de tener temporalidad en el empleo no es sinónimo de precariedad, en el sector agrario la temporalidad se da por las particularidades del sector, que además, en buena medida, no depende del empresario, sino de factores externos como puede ser la climatología. De hecho, dar la opción de tener trabajadores temporales para cubrir necesidades del sector es una de las reclamaciones que desde la patronal estamos solicitando.
Debemos recordar que, desde el pasado 1 de abril, los contratos temporales se han convertido en fijos o fijos discontinuos y, en este sentido, lejos de cumplir el objetivo de un empleo de mayor calidad se han transformado en un encarecimiento del despido, lo cual viene a incrementar aún más si cabe el coste social en las explotaciones.
En conclusión, esta reforma en el sector no convence ni a empresario ni a trabajador, por eso defendemos la calidad en el empleo y salarios dignos, pero echamos de menos la coherencia del legislador para un sector estratégico como es el agroalimentario.