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Preocupación ante la posible escasez de patata en Europa en 2024

El aumento de los precios para fresco e industria podría limitar la disponibilidad de patata de siembra al ser menos apreciada en el mercado.

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patata Europa

La evolución de la campaña de patata en España se está viendo afectada por las condiciones meteorológicas, así como por el incremento de los costes que está afectando a la toma de decisiones de los agricultores tanto en España como en el resto de los productores europeos de este tubérculo.

Este es el motivo de que la superficie cultivada de patata se mantuviese prácticamente estable en 2022 respecto a 2021, con un total de 63.493 hectáreas (+0,3 %) y que en 2023 solo hayan aumentado las hectáreas de patata extratemprana. Y ello a pesar del comportamiento de los precios en origen desde finales de 2021 que han sido favorables para el agricultor como vamos a ver más adelante.

El contexto de contracción de la economía global y aumento de los precios al consumo que ha mermado el poder adquisitivo de las familias tanto en España como en Europa tampoco ha incentivado la apuesta por este cultivo. De hecho, en 2022 ha tenido lugar una contracción de la demanda en los hogares.

Afortunadamente, la recuperación del turismo y la vuelta a unos hábitos prepandemia están teniendo un efecto positivo para el sector, tanto en patata para consumo en fresco como de industria.

A continuación, se desarrolla un análisis de la evolución del sector de la patata a través de sus principales indicadores.

Comportamiento de la oferta española

La estabilidad en la superficie cultivada junto con la evolución de las condiciones climáticas fue determinante en 2022, y lo sigue siendo en 2023, ya que en ambos años el clima se está comportando de forma atípica y condicionando la evolución y rendimiento de los cultivos.

Las lluvias primaverales de 2022 dificultaron las labores de recolección de la patata temprana en algunos territorios como la Región de Murcia o la Comunidad Valenciana, además de afectar a los niveles de producción y a la calidad de la cosecha. Asimismo, las elevadas temperaturas del verano y la sequía en los meses posteriores de 2022 provocaron un descenso de los rendimientos.

Estas circunstancias han quedado reflejadas en las cifras de producción publicadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para el año 2022. En ese periodo se cosecharon un total de 1.934,6 miles de toneladas de patata, lo que representa un retroceso en la oferta española del -7,0 % respecto a 2021, y del -12,4 % respecto a la media de los 10 últimos años.

Por comunidades autónomas, se observa que el descenso fue generalizado en las principales productoras, a excepción de Galicia, en la que se produjo una mayor cosecha, principalmente debido a un incremento en la superficie cultivada (+ 15,7 %).

Según ciclo de cultivo, la patata extratemprana fue la única que redujo su superficie (-1,6 %), mientras que el resto de los ciclos aumentaron respecto a 2021: temprana (+1,0%), media estación (+3,2) y tardía (+4,7 %). Este incremento en las hectáreas cultivadas de los ciclos más tardíos estuvo influenciado por la tendencia al alza de los precios.

No obstante, las dificultades productivas derivadas de las condiciones meteorológicas anteriormente mencionadas provocaron un retroceso en las cosechas, siendo más acusado en las patatas tardías (-11,0 %), seguido de las tempranas (-9,1 %), de las extratempranas (-5,9 %) y de las de media estación (-2,7 %).

De no ser por la evolución de las cotizaciones medias, el descenso en las hectáreas dedicadas a patata habría sido mayor

La situación de sequía y elevadas temperaturas ha continuado en 2023, generando incertidumbre de cara a rentabilidad de la cosecha en un contexto de elevados costes, lo que ha provocado una disminución de la superficie en este año del -3,3 %, considerando los ciclos de patata extratemprana, temprana y media estación, ya que todavía no se han publicado los avances para la patata tardía.

De no ser por la evolución de las cotizaciones medias presentadas, el descenso en las hectáreas dedicadas a este cultivo habría sido mayor, ya que suele existir una cierta relación entre la producción de una campaña y los precios de la anterior.

Las primeras estimaciones de producción en 2023 realizadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación muestran un crecimiento respecto a 2022 para los ciclos de patata extratemprana y temprana. En el caso de la primera, se espera una recuperación significativa del 6,1 %, alcanzando niveles similares a los de oferta registrados en 2021. Por otro lado, las cifras para la patata temprana son similares a las del año pasado, con un leve aumento del 0,5 %.

Estas estimaciones son más elevadas que las realizadas por otras fuentes (diferentes asociaciones de productores y organizaciones agrarias), que apuntan a descensos productivos de entre el 20-30 % debido a diferentes incidencias meteorológicas:

  • Bajada de las temperaturas en febrero: dañó los cultivos tempranos y dificultó la nascencia de las patatas y la producción un par de semanas, por lo que se espera un cierto alargamiento de la cosecha de patata temprana.
  • Elevadas temperaturas de abril y principios de mayo, junto con las precipitaciones primaverales han dificultado el desarrollo de los cultivos, aumentando la incidencia de plagas y enfermedades.
  • Las lluvias a finales de mayo han ralentizado el ritmo de recolección y han provocado algunos problemas de calidad. Asimismo, en el tramo final del mes han tenido lugar heladas en zonas puntuales de Castilla y León que pueden afectar negativamente a los cultivos.

No obstante, si se analizan las cifras oficiales en valores absolutos nos encontramos en unos niveles similares a los de 2020 y 2021 para la patata extratemprana y en el caso de la patata temprana inferiores a la media de los cinco últimos.

Contracción de la oferta en Europa

A la contención de la oferta española hay que sumar el descenso productivo que ha tenido lugar en los principales productores europeos. Así, el grupo compuesto por Bélgica, Alemania, Francia y Países Bajos disminuyó su cosecha un -5,3 % en 2022 alcanzando un volumen total de 22.690,6 miles de toneladas.

Estos descensos se han debido principalmente a una caída de los rendimientos, ya que la superficie creció un 1,9 % respecto a 2021. Y es que los efectos de la sequía también han afectado al mercado europeo, principalmente Francia y Bélgica. De los grandes productores en Europa, únicamente los Países Bajos incrementaron su producción, recuperándose del fuerte descenso que sufrió en 2021.

No obstante, según la asociación NEPG (North-western European Potato Growers) los rendimientos de patata en Centroeuropa llevan unos 10 años de tendencia a la baja por el cambio climático, en combinación con otros aspectos como las limitaciones ambientales, la falta de rotaciones, la compactación del terreno, mayor incidencia de plagas y enfermedades, así como problemas intrínsecos a la cadena de valor.

En 2022 y 2023 la demanda está siendo positiva y el efecto de la inflación se están dejando notar en el crecimiento de las cotizaciones, tanto del mercado libre como de los contratos. La buena evolución del consumo se está dando para los diferentes usos de este producto: siembra, consumo en fresco e industria, especialmente de esta última que está funcionando al máximo de su capacidad.

La fortaleza de la demanda de patata principalmente de industria podría generar tensiones en la cadena de producción y comercialización de cara a 2024 en Europa

La fortaleza de la demanda de patata de consumo, especialmente en la de industria, está generando un aumento de precios más moderado en las patatas de siembra. A esta menor rentabilidad hay que añadir una normativa cada vez más restrictiva en el uso de productos fitosanitarios.

Por estos motivos, desde la NEPG se muestra cierta preocupación ante la posibilidad de que se puedan generar tensiones en la cadena de producción y comercialización de cara a 2024 en Europa. Esto podría provocar un descenso en la superficie destinada a simiente en 2023, lo que generaría menos oferta y mayores precios en el resto de las categorías en la campaña posterior.

Actualmente, y a pesar de las posibles tensiones futuras, se prevé que aumente la superficie de plantación en Europa en 2023 por los siguientes motivos:

  • Las existencias en el mercado libre son limitadas tanto en Países Bajos, como en el resto de los países de la NEGP.
  • La positiva evolución de las cotizaciones y la importante subida de los precios de los contratos.
  • Alternativas a este cultivo como son los cereales han moderado su precio.

Esta previsión de aumento va a encontrar ciertas limitaciones debido a la escasa disponibilidad de tierras de cultivo, ya que no todas permiten un cultivo intensivo por la falta de agua para riego, y además, el alquiler es elevado. Asimismo, la nueva PAC, los acuerdos alcanzados en el seno del Green Deal y otras cuestiones medioambientales no van a facilitar la expansión de este cultivo. En cambio, se espera que se produzca una reordenación de la superficie actual, con mayor peso en las variedades con destino a transformación. En cualquier caso, y aunque la demanda se prevé que se mantenga alta, habrá que esperar para conocer los primeros avances de superficie en estos países, de cara a futuras estimaciones sobre la evolución del mercado en la próxima campaña.

Elevadas cotizaciones

Las dificultades productivas tanto en España como en Europa han dado como resultado una oferta escalonada y, en ocasiones, inferior a la demanda, lo que ha impulsado las cotizaciones en origen.

Además, Esta situación de la producción ha dejado menor cantidad de producto en el mercado libre, lo que también ha influido en el aumento de los precios. En 2023, se ha registrado un incremento del +70,9 % para la patata extratemprana y del +63,0 % para la patata temprana en comparación con el año anterior.

En valores absolutos, los precios medios se sitúan por encima del máximo alcanzado durante los cinco años anteriores.

En los próximos meses, se espera que los precios se moderen cuando comience a recolectarse producto en el resto de las zonas del país y haya una mayor oferta. Aunque esto suceda, se prevé que los precios sigan siendo favorables para el productor.

Si bien es cierto que se ha producido una contracción de la demanda en los hogares, esta está siendo compensada por la recuperación del canal horeca que, junto con la inflación y la evolución de la oferta anteriormente mencionada, han provocado esta situación de altos precios.

La demanda nacional y el comercio exterior

El consumo en los hogares se ha contraído un -10,7 % en 2022 para patata fresca, situándose en niveles inferiores a la situación pre-pandemia según los datos publicados por el Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Parte de este descenso está relacionado a la recuperación de los hábitos de consumo pre-COVID, pero también al efecto de la inflación en las decisiones de compra de los consumidores, que han visto disminuir su poder adquisitivo. Y ello a pesar de que la patata es un producto con cierta rigidez en el mercado, y las variaciones en el precio no suele afectar significativamente a la demanda.

La contracción del consumo en los hogares contrasta con el incremento del consumo total aparente (producción + importaciones – exportaciones), que creció en 2022 un 3,8 % impulsado por la evolución del turismo y la restauración. Se espera que esta tendencia se mantenga elevada en 2023 debido a las buenas perspectivas del sector turístico para este año.

Respecto a la evolución del comercio exterior de patata fresca en 2022, hay que destacar el comportamiento de las importaciones, que aumentaron un +18,4 % en volumen y un +52,7 % en valor. El sector nacional de patata depende de la producción de otros orígenes, y esta tendencia ha ido aumentando conforme ha ido disminuyendo la superficie destinada a este cultivo. Este hecho, junto con las dificultades productivas y el efecto de la inflación, ha provocado un incremento de las importaciones en 2022 tanto en tonelaje como en términos económicos.

En 2023 las importaciones han mantenido la tendencia creciente del año anterior, aumentando un +16,0 % en volumen y un +57,0 % en valor desde enero hasta abril (último dato disponible) con un total de 502,9 mil toneladas y 218,1 millones de euros. Nuestro principal suministrador continúa siendo Francia con una representatividad del 70,0 % hasta abril, seguido a gran distancia de Países bajos e Israel.

En términos económicos el resultado de las exportaciones de patata fresca ha sido positivo tanto en 2022, como en 2023

Las exportaciones de patata fresca en 2022 aumentaron 7,2 % respecto a 2021 con 366,4 miles de toneladas y 137,8 millones de euros. Sin embargo, en 2023 se ha producido una contracción de los volúmenes exportados del -31,7 % aunque estos se sitúan por encima de los niveles prepandemia. En términos económicos el resultado de las exportaciones ha sido positivo tanto en 2022, como en 2023 por la menor cantidad de patata en el mercado europeo y por el ya comentado incremento de la inflación.

En cuanto a la comercialización de patata procesada congelada, las importaciones y las exportaciones han aumentado durante 2022 en volumen y valor. No obstante, y al igual que ocurre con la patata fresca, la balanza comercial es negativa, siendo España deficitaria en patata congelada.  En 2023, la tendencia del comercio de patata congelada está siendo similar a la de 2022, con aumentos tanto en las compras como en la exportación.

Respecto a la patata procesada no congelada, en 2022 se produjo un retroceso de las cantidades importadas, pero el coste para las industrias se mantuvo constante por el incremento de los precios. En los primeros meses de 2023 la adquisición de producto procesado ha caído hasta niveles inferiores de 2021, aunque el importe de compra se ha reducido en menor proporción.

Con una demanda activa por parte de la industria, el descenso del volumen de importación de patata procesada no congelada puede deberse a varios factores, como son el incremento de los precios de importación o la elección del consumidor de formatos más económicos en un contexto de elevada inflación.

Conclusiones y perspectivas 2023

Desde el inicio de la pandemia, el mercado de la patata ha experimentado un comportamiento inusual. En un principio, se vio afectado por las consecuencias directas de la pandemia en el sector, como el aumento de los costes logísticos, las dificultades con el personal y la disminución del consumo en el sector horeca.

Posteriormente, se sumaron otros factores que han influido en la evolución del sector en 2022 y continúan afectándolo en 2023. Entre ellos se encuentran el incremento del coste de los insumos de producción, la contracción económica y una elevada inflación. Además, las dificultades productivas causadas por condiciones meteorológicas adversas han sido un factor determinante en el desempeño del mercado.

Como resultado, se ha mantenido la tendencia a la baja de la superficie dedicada al cultivo de patatas en España durante 2022 y 2023, debido a la incertidumbre de los agricultores sobre la rentabilidad del cultivo y la previsión de bajos rendimientos debido a la escasez de agua.

De hecho, en 2022 la producción se redujo en un -7,0 % en comparación con el año anterior. Para 2023, las primeras estimaciones muestran diferencias significativas entre los datos oficiales y las previsiones de asociaciones y organizaciones agrarias. Mientras que los datos oficiales indican una cierta recuperación en la producción de patatas extratempranas (+6,1 %) y tempranas (+0,5 %), otras fuentes del sector prevén una reducción del 20 al 30 % por el efecto sobre los cultivos de la sequía, los episodios de heladas y las lluvias primaverales.

La producción en Europa se ha visto influida por los mismos condicionantes que la española (clima, costes, inflación y contracción económica). Así, la oferta de principales países productores europeos que componen el NEPG, Alemania, Bélgica, Francia y Países Bajos se redujo en 2022 un -5,3%.

Esta reducción de la producción nacional y europea ha provocado un incremento de los precios en origen, que en el caso de España ha aumentado en 2023 un +70,9 % para patata extratemprana y un +63,0 % para la patata temprana respecto a 2022, situándose en valores superiores al máximo alcanzado en los 5 años anteriores.

En los países que integran el NEPG, existe cierta preocupación de que este buen comportamiento de los precios en la patata de consumo e industria pueda desincentivar el cultivo de patata de siembra, que tiene un menor valor en el mercado. Esta situación plantea la posibilidad de comprometer la oferta en 2024.

Respecto a la evolución de la demanda interna, es destacable el incremento del consumo aparente en 2022 (+3,8 %) impulsado por la recuperación del canal horeca, a pesar del descenso que ha tenido lugar el consumo en los hogares (-9,6 % desde enero a noviembre). Además, se espera que esta tendencia continúe debido a las buenas perspectivas que está presentando el turismo en 2023.

El sector de la patata continúa siendo deficitario y dependiente del producto de otros orígenes, principalmente Francia. Las importaciones han aumentado en 2022 y 2023 para patata en fresco y patata procesada congelada tanto en volumen como en valor, sin embargo, las importaciones de patata procesada no congelada han presentado una evolución negativa en 2022 y 2023, probablemente afectada por el incremento de la inflación y la tendencia del consumidor hacia otros formatos más económicos.

Después de la caída de las exportaciones en 2020 se ha producido una recuperación de los volúmenes comercializados, principalmente debido al buen comportamiento de los envíos de patata extratemprana. Esta tendencia se mantuvo en 2022 con un aumento tanto en el volumen exportado (+7,2 %) como en su valor (+21,7 %).

Sin embargo, durante el período de enero a abril de 2023, se ha vuelto a registrar una reducción en las toneladas comercializadas, como resultado del episodio de frío en febrero que retrasó la producción. Por lo tanto, es previsible que el resultado final sea también inferior a 2022.

En los próximos meses, se espera que los precios se moderen cuando empiece el grueso de la producción española. No obstante, se prevé que continúen siendo elevados por los efectos de la inflación y una oferta ajustada.  

Fuente: Plataforma Tierra 

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