En las producciones de hortícolas (tomate, pimiento, berenjena) bajo invernadero, las especies de nematodos incluidas en el género Meloidogyne spp. se adaptan muy bien a las condiciones ambientales reinantes en este tipo de cultivos protegidos. El ciclo y el modo de vida de estos nematodos fitopatógenos hacen casi imposible su erradicación total de los suelos agrícolas. En la situación actual, en la que se están retirando del mercado numerosas sustancias activas de acción fitosanitaria por presentar alta toxicidad y dejar residuos en los productos obtenidos, no queda otro remedio que cambiar la estrategia de lucha.
Síntoma de nematodos en tomate
Dado que, para el caso de esta plaga, en la actualidad no disponemos de ninguna medida de control 100% eficaz, la mejor opción pasa por combinar estratégicamente todas las medidas preventivas y culturales habituales junto con sustancias permitidas e innovadoras que permitan al agricultor mantener los niveles de nematodos por debajo del umbral económico de daño.
Medidas preventivas para reducir la población inicial al mínimo posible
Garantizadas las medidas básicas, es muy importante reducir la población inicial de formas libres en el suelo antes de realizar la siembra o trasplante. Se han de arrancar y destruir las raíces infectadas del cultivo anterior para interrumpir el ciclo vital del nematodo. Otra medida eficaz para reducir su población es realizar rotación de cultivos. Aumentar el nivel de materia orgánica en el suelo impide, asimismo, el desarrollo normal de nematodos.
Las primeras semanas después del trasplante constituyen un periodo crítico para el cultivo, ya que en este momento las condiciones de temperatura del suelo (entre 22-26°C) favorecen el desarrollo de Meloidogyne. La idea, por tanto, es conseguir el mínimo número posible de individuos J2 móviles presentes en el suelo capaces de infectar nuevas raíces. Este punto es muy importante, ya que no existen medidas curativas, las plantas infectadas no pueden recuperarse y el resto de estadios de la plaga quedarán protegidos dentro de la raíz de las plantas.
Para lograr un suelo lo más limpio posible de nematodos antes del trasplante se recurre a la solarización (que supone alcanzar temperaturas superiores a 45°C a 30 cm de profundidad durante 6-8 semanas) sola o combinada con biofumigación, debido a que se producen gases y otros productos resultantes de la biodegradación de enmiendas orgánicas, restos de cultivo o residuos agroindustriales.
Otra medida preventiva muy importante es la utilización de cultivares de tomate (gen Mi) y pimiento (genes N, Ma, Me) resistentes a Meloidogyne spp. La llamada resistencia Mi-1 consiste en una serie de reacciones en cascada que ocurren cuando una célula de la raíz es infectada y que conducen a su muerte, impidiendo que el estadio J2 consiga su propósito. Esta resistencia supone una ayuda, pero no una garantía total, ya que la planta no siempre consigue que el nematodo fracase en la infestación. El gen Mi-1 de resistencia no se expresa con temperaturas por encima de 28ºC.
Aplicación estratégica de nuevos productos
El último pilar de esta estrategia para combatir esta plaga, que puede llegar a ser tan complicada de controlar, es el uso de fitosanitarios eficaces y selectivos para el cultivo. En este sentido, Syngenta ha desarrollado Nemathorin®150EC, producto que presenta una doble acción, tanto preventiva (nematostática) como curativa (nematicida), que asegura una alta protección durante la fase crítica del crecimiento de las plantas. Se recomienda su aplicación entre 3 y 6 días antes del trasplante mediante riego localizado. Tiene un plazo de seguridad de 50 días y es compatible con la fauna auxiliar que se utiliza habitualmente -Bombus, Amblyseius y Nesidiocoris- en programas de producción integrada en tomate y berenjena.
La propuesta de Syngenta se complementa con el bioestimulante Kendal Root, compuesto por un conjunto de biomoléculas que ayuda a las plantas a permanecer vigorosas en todas las condiciones que limitan un correcto desarrollo del sistema radicular, promoviendo un reinicio vegetativo rápido, un incremento de la resistencia de las raíces y estimulando el crecimiento de raíces nuevas.
Profundizando en Meloidogyne spp.
Tal y como explica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su Guía de Gestión Integrada de Plagas orientada a las solanáceas, los nematodos fitopatógenos son organismos microscópicos y fitoparásitos obligados que provocan enfermedades en las plantas y pérdidas de producción. En los cultivos se dispersan sobre todo de manera pasiva, a través de material vegetal infectado, aperos, tierra, agua, etc., pero también mediante su propio movimiento.
Los nematodos fitoparásitos del género Meloidogyne son los más peligrosos en cultivos hortícolas, debido tanto a su amplia distribución como a las importantes pérdidas que ocasiona la enfermedad. Además, se adapta perfectamente a las condiciones agroambientales de la producción hortícola intensiva en cultivos protegidos. En solanáceas como el tomate, las especies más frecuentes son Meloidogyne incognita y Meloidogyne javanica, seguidas de Meloidogyne arenaria.
Síntomas en cultivo de tomate
En cuanto a su ciclo biológico, este comprende seis estadios del desarrollo: huevo, cuatro estadios juveniles (J1 a J4) y adultos (machos y hembras). La hembra se reproduce por partenogénesis -los machos no son necesarios- depositando entre 500 y 1.500 huevos.
El estadio J2 es el único que se desplaza por el suelo y tiene capacidad de infectar a la planta, siempre que el umbral de temperatura del suelo para la invasión sea superior a 16ºC Su desarrollo óptimo tiene lugar con temperaturas entre 25ºC y 28ºC.
Meloidogyne spp. necesita acumular entre 600 y 700 grados día (temperatura basal 10ºC) para completar una generación (de 4 a 5 semanas a 25ºC). En cultivo protegido, completa unas 6 o 7 generaciones al año. Aunque son parásitos obligados, pueden sobrevivir consumiendo sus reservas en huevo y estadio J2.
Los daños que provocan los nematodos en las plantas son “muy variados”: agallas en las raíces, menor crecimiento de estas y de la planta en general, las hojas se vuelven amarillas, los frutos adelantan o retardan su maduración y disminuyen su calibre, etc. Síntomas que pueden confundirse fácilmente con situaciones de estrés de la planta.
En consecuencia, se produce una importante caída del rendimiento del cultivo y grandes pérdidas. De hecho, diferentes estimaciones aseguran que los nematodos fitoparásitos pueden provocar caídas de la producción agrícola mundial de entre un 12% y un 20%.