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Alimentación

Mi especial debilidad por Mercamadrid

Luis Pacheco Torres, comerciante de Gold Gourmet.

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Mercamadrid

Hace poco más de cuatro días nos sorprendía la triste noticia de un incendio en una parte de la Nave A de Frutas de Mercamadrid. Me recorría un escalofrío al pensar en esas empresas, en sus consecuencias, en sus trabajadores y en sus productos.

Mercamadrid inauguró en noviembre de 1982 el Mercado Central de Pescados y dos meses después, el 1 de febrero de 1983, echó a andar el Mercado Central de Frutas, pasando a ser, con la incorporación del Mercado Central de Carnes y las naves Auxiliares de Plátanos, Polivalencia, etc. la Mejor Unidad Alimentaria de Europa y la segunda a nivel mundial, solo superada por el Mercado Central de Tokio, y por la influencia del pescado, que en Japón tiene mucha fuerza.

La Unidad Alimentaria de Mercamadrid es la “joya de la corona” de Mercasa S.A., ocupa una superficie comercial y de servicios superior en metros cuadrados al Principado de Mónaco, y ya en su inauguración, en el discurso inicial a cargo del alcalde en ese momento, Tierno Galván dejó clara la vocación de servicio a la sociedad madrileña y española, para abastecer sus demandas y necesidades alimenticias.

Tengo una especial debilidad por Mercamadrid, parte muy importante de mi vida profesional, admiro este Mercado Central, envidiado y muy valorado en toda Europa y que es a la vez plataforma de distribución de muchos productos latinoamericanos y también asiáticos.

La trayectoria de Mercamadrid ha sido creciente, llegando a dar beneficios de 7, 8 o 9 millones de euros en su balance anual, en gran parte debido a que los clientes detallistas, fruteros, pescaderos, etc. siguen pagando por el acceso a la Unidad Alimentaria, aunque sean los clientes y en el ADN inicial se prometiese ese afán de servicio y la ausencia de ánimo de lucro.

Pero es de destacar el servicio insustituible de este Mercado, y tras el pavoroso incendio, y cuando se sustancie la investigación y se determinen las causas, sugiero, desde el cariño que tengo por Mercamadrid y con todo respeto, que sería deseable un remozamiento de instalaciones, una revisión de los techos, que hoy soportan 8 o 10 veces más peso y mas «calor» de equipos frigoríficos potentísimos que nada tiene que ver con los que se manejaban en los años ’80. También sería muy beneficiosa la climatización de las naves, lo que ayudaría sin duda a la conservación y comercialización de alimentos.

Esta auténtica ‘Ciudad Comercial’ en pequeñito llega a juntar más de 25.000 personas trabajando a la vez: asentadores, mayoristas, transportistas, detallistas, mozos, administrativos, comerciales, etc. De ahí que haya demanda de una eficaz seguridad, incluso con una mini comisaría, o de una cobertura sanitaria de urgencias -el riesgo de accidentes con carretillas, entre otros, es alto-.

También sería deseable la total y absoluta digitalización, la puntual retroinformación con un big data a la vanguardia y también un estudio a fondo del mejor horario para facilitar el relevo generacional y promover una enriquecedora igualdad; ahora el porcentaje es de un 80% de hombres y un 20% de mujeres, quedando estas excluidas a causa del horario, incompatible con una adecuada conciliación familiar.

Pero estas sugerencias nunca pueden apartar el verdadero foco, y tratarían de mejorar las condiciones y vivencias de una Unidad Alimentaria única y admirada en el mundo.

Por otros 40 años dando ese magistral servicio, gracias a sus trabajadores, mozos, mayoristas, comerciales, administrativos y a esos clientes minoristas que acuden a diario y que, sin ellos, nada tendría razón de ser.

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