Acostumbrados a verlos repletos de frutas y hortalizas, las 35.000 hectáreas de los invernaderos solares del sur de Europa, ubicados en las provincias de Almería y Granada, muestran estos días una imagen muy diferente.
Sus interiores están vacíos y se preparan para afrontar la próxima temporada. De sus óptimos cuidados dependen 500 millones de personas a las que los invernaderos surten durante todo el año de 4,5 millones de toneladas de frutas y hortalizas frescas y naturales, que se caracterizan por su calidad, sabor y seguridad alimentaria.
Durante los meses de julio y agosto los invernaderos solares hacen un alto en su frenética actividad debido a las altas temperaturas. Personas y cultivos desaparecen de su interior mientras los suelos descansan y se recuperan para una nueva campaña. Preparar las instalaciones no es una tarea exigua y requiere de una organización que se planifica al detalle para que las plantas den el máximo rendimiento (respetando su habitual ritmo de crecimiento) y que no se vea alterado el mercado.
Las labores de preparación para una nueva campaña incluyen: la retirada o incorporación al suelo de los restos vegetales, la solarización de los suelos para desinfectarlos y la revisión y reparación de todos los sistemas de cultivo (cabezales de riego y fertilización, tuberías y líneas de goteros de riego, sistemas de ventilación y cubiertas de plástico).
En paralelo, fuera de los invernaderos, se trabaja a pleno rendimiento en los semilleros. Las semillas de los productos hortofrutícolas que consumimos no se plantan directamente sobre el suelo de los invernaderos, sino que germinan en los semilleros en las mejores condiciones para su posterior trasplante a los invernaderos. Cada vez más agricultores se decantan por usar plántulas injertadas en patrones cuyo potente sistema radicular les confiere mayor resistencia y vigor.
Durante la última campaña se produjeron más de 400 millones de plantones de variedades de tomate, pimiento, calabacín, pepino, berenjena, melón y sandía en los más de 70 semilleros que hay en las provincias de Almería y Granada.
La actividad de las casas de semillas es esencial, ya que innovan continuamente desarrollando nuevas variedades adaptadas tanto a las demandas del productor como a las del consumidor con líneas “más resistentes a las plagas, con nuevos tamaños, formas y colores y con un mejor sabor”, apunta Francisco Góngora, portavoz del consorcio europeo Cute Solar.