La lacra económica, social y medioambiental que trae consigo el desperdicio alimentario también afecta a España, tanto a sus hogares como, aunque en menor medida, a su sector hostelero y de la distribución.
Nuestro país es, según datos de la Comisión Europea, el séptimo que más alimentos arroja a la basura en la Europa comunitaria -7,7 millones de toneladas anuales-, tan sólo por detrás de Reino Unido -14,4 millones de toneladas-, Alemania (10,4), Holanda (9,5), Francia (9,1), Polonia (9) e Italia (8,8).
Una cantidad que, según los expertos en esta materia, se antoja gigantesca y contribuye a que en Europa, según el estudio Perparatory Study on food waste across EU 27, realizado por BIO Intelligence Service para la Comisión Europea, las pérdidas y desperdicio de alimentos alcancen aproximadamente los 89 millones de toneladas al año. Un total del que el 42 por ciento proviene de los hogares, tanto en el Viejo Continente en general, como en España, en particular.
En nuestro país, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) los productos que más se arrojan al cubo de basura en los hogares son aquellos que fueron comprados tal cual.
En esa lista figuran especialmente los productos de la huerta -frutas y verduras-, pan fresco y algunos lácteos, como los yogures, el queso rallado y la leche líquida. En el sector cárnico, por su parte, los fiambres y embutidos se sitúan a la cabeza del desperdicio alimentario.
Según esa misma fuente, la cifra de alimentos cocinados que acaban en la basura se sitúa en el 14,4 por ciento. Un porcentaje que es muy inferior al 85,6 por ciento de los productos desechados sin elaborar. Eso supone que en tres de cada diez hogares se tiran parte de los platos que han sido preparados, es decir que existe un menor desperdicio en comparación con los alimentos sin procesar.
Eso sí, en verano se agudiza la situación y hay más hogares que tiran después de haber guardado comidas en la nevera. De este tipo de alimentos, lentejas, ensaladas y tortilla son las recetas más desperdiciadas en los hogares.
La pregunta que se hacen muchos expertos del sector alimentario es ¿cómo acabar con ese derroche?, ¿cómo hacer para que un tercio de la producción mundial de alimentos, lo que equivale a cerca de 1.300 millones de toneladas al año, no acabe en el estercolero? Aunque la responsabilidad no es sólo de los hogares, estos tienen ante sí el reto, por el bien social, medioambiental y también de su bolsillo, de tirar menos alimentos a la basura.
Cómo reducir el desperdicio en el hogar
Entre los consejos de la Asociación Española de Cadenas de Supermercados figura elaborar una lista completa de todos los productos que se quieran tener siempre disponible en el hogar; revisar la despensa para ver que hay siempre un contenido mínimo de todos los productos que podemos necesitar a medio plazo; mantener una adecuada higiene de la despensa o de los muebles que se utilicen en el hogar para almacenar; tener una previsión orientativa de posibles menús semanales o quincenales; adoptar una postura reflexiva a la hora de hacer la compra; escoger el tamaño de envase adecuado a las necesidades de consumo de cada hogar; fijarse bien en el etiquetado y las fechas de caducidad y consumo preferente; colocar tanto en la nevera como en la despensa los productos recién comprados detrás de los antiguos; descongelar únicamente los productos congelados que se vayan a utilizar; cuantificar adecuadamente las raciones en atención a las cantidades aproximadas por comensal; o si sólo se utiliza parcialmente la cantidad contenida en un envase, asegurarse de que se guarda el resto en el propio envase comercial bien cerrado o en un envase hermético y en las condiciones de temperatura adecuadas.
El desperdicio en la distribución
Aunque el desperdicio en los hogares es el más numeroso en España, no es el único. De ahí que la distribución también haya y esté trabajando para reducir el desperdicio.
Asedas (Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados) destaca por ejemplo la importancia de diferenciar entre el producto envasado y el producto fresco de cara a tener en cuenta las fechas de consumo preferente/caducidad; la necesidad de reducir diariamente la cantidad del producto fresco en las tiendas, la organización de envíos a tienda personalizados en función del histórico de ventas, o la optimización de la logística interna, de tal manera que se organice el producto para que aquel que lleve más tiempo en la plataforma de distribución alimentaria sea el primero en salir.
Asedas también recuerda que las empresas de supermercados a través de sus programas de donaciones evitan el desperdicio alimentario en unas 19.500 toneladas de alimentos. Según cifras de la Unión Europea, la distribución es responsable del 5 por ciento del desperdicio.
Fuente: http://www.eleconomista.es/