Encontrar el equilibrio entre los objetivos medioambientales establecidos y mantener una producción hortofrutícola de la máxima calidad, sostenible y competitiva es difícil ya que, por norma general, el ser humano es cortoplacista: “lo que pasa en una década nos parece un mundo” y realmente es una fracción muy pequeña de la vida del planeta. Hechos dañinos del clima pasan cíclicamente, pero el problema es que los olvidamos y realizamos acciones sin tener en cuenta situaciones que pasaron más allá de una década.
Siempre ha habido riadas. Recuerdo en mi niñez cómo todas las cuencas de ríos se limpiaban anualmente para que, cuando venía una crecida, no hiciera barrera y no se inundaran las inmediaciones. Y así multitud de acciones. Un pequeño ejemplo de otras muchas acciones que dejan de hacer por olvido del pasado.
Por este motivo, hay que estar en constante aprendizaje. Debemos ser capaces de ver nuestros errores, apoyarnos en la ciencia, el conocimiento de empresas y centros oficiales para adelantarnos a estos problemas. Lógicamente, la legislación también debe tener este dinamismo, aunque los últimos años muchas de las medidas y acciones se alejan de lo que deberíamos llevar a cabo.
«Quizás la presión de la disminución de rendimientos nos esté abriendo los ojos a la necesidad de hacer las cosas de forma distinta»
Sostenibilidad en todos los ámbitos
Si ponemos el foco en el sector de fruta y verduras, es sorprendente su capacidad de adaptación a cualquier obstáculo, aunque la presión de los últimos años está llevando al agotamiento de algunos de los actores. Rendimientos más justos y riesgo financiero más alto, sumado a cambios legislativos que no piensan en la salud de las empresas, suponen, a mi parecer, un sinsentido, ya que esto ataca al bienestar del trabajador y la sociedad. Además, la bajada de producción en un alto porcentaje de empresas por falta de herramientas y el aumento de plagas por la situación climática deja los rendimientos al mínimo.
Quizás la presión de la disminución de rendimientos nos esté abriendo los ojos a la necesidad de hacer las cosas de forma distinta. Está claro que hay que cambiar para poder aumentar las producciones; es la única forma de tener explotaciones sostenibles. Y esta sostenibilidad debe ser en todos los ámbitos: económico, social, agrícola y medioambiental.
La clave para tener cultivos sanos
Las técnicas de cultivos enfocadas al suelo deben basarse en la regeneración y no en la toxicidad; cuando se cultiva con esta visión nos acercamos al principio de una sostenibilidad real. Ahora mismo, se está trabajando en muchos proyectos para regeneración de suelos. Para mí, los más viables son los que ponen el foco en la sostenibilidad circular como comenté anteriormente ya que, si falla alguna pata -económico, social, agrícola y medioambiental- ya no se pueden considerar viables.
En este punto, la regeneración testada científicamente es la clave y el futuro. Saber potenciar el microbioma benéfico nativo es la solución para tener cultivos sanos. Desde Epigen Healthy Bite, la calidad viene desde el cuidado del microbioma nativo y la consecuencia lleva a un aumento de captura de carbono reduciendo las emisiones de CO2 a la atmósfera. Esto tiene un resultado en la producción, ya que los frutos son capaces de una expresión natural máxima con más ácidos orgánicos, aminoácidos, etc.
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