La migración mundial se duplicará este siglo, impulsada por las crisis interconectadas de degradación del suelo, cambio climático e inseguridad alimentaria, según un nuevo informe del movimiento Save Soil. El análisis destaca la grave vulnerabilidad de España a estas tendencias, en particular la desertificación y la sequía.
El informe, titulado «El nexo entre la degradación del suelo, el cambio climático y la inseguridad alimentaria: Una inminente crisis migratoria mundial», sintetiza datos del Banco Mundial y de la CNULD, que demuestran que la degradación del suelo es un factor multiplicador de amenazas crucial. Agrava las crisis climáticas, reduce drásticamente la producción de alimentos y fomenta el desplazamiento migratorio, presiones que se sienten cada vez más en España.
Los impactos climáticos, amplificados por la mala salud del suelo, podrían obligar a 216 millones de personas a migrar en todo el mundo para 2050, intensificando la presión migratoria internacional en países como España. Se prevé que el 90% de la capa superficial del suelo del planeta se degradará para 2050, por lo que las consecuencias son graves. El informe señala que los impactos no son sólo distantes; regiones como Cataluña, ya se enfrentan a interrupciones en la producción agrícola debido a la sequía relacionada con la salud del suelo, lo que afecta también a la seguridad hídrica y las exportaciones.
De forma alarmante, la CNULD identifica el Mediterráneo como un foco de intensificación de la aridificación, y proyecta que aproximadamente el 15% de Europa podría pasar a un clima más seco para 2100, una amenaza especialmente crítica para España, que ya lucha contra la desertificación.
«Un suelo sano con un 3-6% de materia orgánica es fundamental para la retención de agua y la resiliencia, especialmente en las regiones más áridas de España. Restaurar el suelo es clave para prevenir la migración forzada», afirma Praveena Sridhar, directora técnica de Save Soil. Los suelos degradados pierden agua y nutrientes, lo que devasta a las comunidades que dependen de la agricultura.
El informe insta a priorizar la restauración del suelo en la financiación y las políticas climáticas, apoyando a los agricultores con prácticas sostenibles y enfatiza que invertir en la salud del suelo es crucial para la mitigación del cambio climático, la seguridad alimentaria, la gestión de las presiones migratorias y la protección de la resiliencia futura de España.