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Crisis del Coronavirus

La cereza también teme la falta de mano de obra

Entrevista del diario Hoy Extremadura a Jose Antonio Tierno Parral, recientemente nombrado presidente de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte.

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Nuevo en el cargo, pero no le falta experiencia y conoce perfectamente la casa. José Antonio Tierno Parral (Rebollar, 1969) lleva 22 años como miembro del consejo rector de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte. Desde el pasado 28 de febrero preside la entidad, en la que también ha estado trabajando como auditor interno de calidad en el departamento comercial. Además, es agricultor a tiempo parcial.

–¿Cómo afronta esta nueva etapa?

–La Agrupación de Cooperativas es una empresa consolidada que lleva haciendo un gran trabajo desde hace muchos años. Mi idea es acercar la entidad a los agricultores, porque sí he detectado un alejamiento y una visión de las decisiones que toma la Agrupación como imposiciones. Quiero explicar a los socios que todo lo que se hace es pensando en su beneficio y en la mayor rentabilidad de sus explotaciones.

«No podemos acceder a las ayudas por la reducida superficie de las explotaciones»

–¿Hay problemas de rentabilidad en el campo extremeño?

–Hay un problema de precios y evidentemente la rentabilidad de las explotaciones depende de que haya precios que sean capaces de cubrir los costes.

–¿También sucede en el sector de la cereza?

–En la cereza los precios son bajos y los costes, altos. Lo que sucede es que la estructura de las explotaciones, que son muy familiares, ayuda a mantener esa situación. Muchas veces no se tiene en cuenta la propia mano de obra del agricultor y de su familia. Si sumáramos ese trabajo a los costes de producción, no sé si podríamos hablar de que la cereza es un cultivo rentable.

–La visión que se tiene de la cereza es que es un cultivo privilegiado.

–No creo que seamos unos privilegiados. Aquí la gente saca adelante sus explotaciones a base de trabajo.

–La cereza no recibe ayudas de la PAC. Da la impresión de que los responsables políticos piensan que no las necesita, que puede ser rentables sin ellas.

–Es la estructura de las explotaciones lo que nos deja fuera de la PAC. No podemos acceder a las ayudas, porque las superficies que tiene cada agricultor son muy pequeñas y están divididas en varias parcelas.

«El campo debe reducir costes y abandonar el monocultivo, hay que diversificar»

–¿Las cooperativas son una solución para el problema de los precios?

–Las cooperativas, por lo menos en la zona que yo conozco, es la solución más adecuada y creo que sería extrapolable a todo el sector primario. La unión otorga más fuerza a la hora de negociar y de obtener mejores precios.

–Pero ya hay cooperativas y existe un problema con los precios.

–Si no tuviéramos unión y la oferta estuviera más atomizada estaríamos peor. Creo que no hay discusión en que la unión de los pequeños agricultores nos otorga más fuerza ante las cuatro o cinco grandes cadenas distribuidoras. Los agricultores intentando vender por separado sus productos se hacen la competencia entre ellos y eso hace que los precios sean más bajos.

«No sé si la cereza sería rentable si se suma como coste el trabajo del agricultor y de su familia»

–¿Qué pueden hacer los agricultores para aumentar la rentabilidad de sus explotaciones?

–Una de las debilidades que tenemos en esta zona es que hemos pasado mucho tiempo con monocultivo. Solo cereza. La solución está en diversificar. Hay que diseñar explotaciones con varios cultivos y no jugarlo todo a una sola carta. Poner cultivos que sean rentables y complementarios con la cereza, como pueden ser el higo y la castaña; que, además, son menos productivos, pero más rentables que la cereza. Hay agricultores que lo están haciendo y los resultados son mejores que aquellos que sigan instalados en el monocultivo.

–¿Y los frutos rojos?

–La superficie de los pequeños frutos está creciendo. Principalmente el arándano en zonas de La Vera, pero también en el Valle. La frambuesa ha caído mucho, pero han ido subiendo el arándano, la mora y la grosella. Su problema es la volatilidad de los precios.

–¿Cómo deben evolucionar las explotaciones?

–El campo debe reducir los costes de mano de obra en la recolección. En las centrales hacemos todo el proceso de calibración y selección. Para ello hay que cambiar la estructura y evolucionar hacia árboles más pequeños y plantaciones de mayor densidad, de forma que la recolección sea más sencilla y rápida.

–¿El sector primario es reacio a los cambios?

–Hay de todo. Hay a quien le cuesta más. El sector primario tiene que cuestionarse constantemente qué se ha hecho y cambiar para adaptarse a las nuevas situaciones. Es cierto que se están trasformando las explotaciones, porque era otra de nuestras debilidades. También es una realidad que, al tener explotaciones pequeñas, los agricultores no pueden modificar toda su explotación de golpe. Deben ir cambiando parcelas poco a poco para mantener los ingresos mientras hay zonas sin producción.

Variedades

–¿Trabajan para mejorar o cambiar variedades?

–Siempre se están buscando variedades que se comporten mejor en campo, durante el procesado y en la comercialización. Se quiere fruta que sea más resistente. Nosotros las testamos antes de recomendarlas a los agricultores.

–¿Los agricultores siguen apostando por la picota?

–En su inmensa mayoría, solo los agricultores de la Agrupación siguen manteniendo una parte de su explotación con variedades autóctonas del valle. La picota tiene ventajas, como la calidad o la promoción que se realiza del producto, pero también debilidades. La principal es que el consumidor no la diferencia. La mayor parte de la gente que cree que come picota no come picota, porque se comercializa mucha cereza desrabada.

–Los agricultores tienen responsabilidad en ello.

–Por supuesto. La picota llega a los mercados sin rabo. Al ver su éxito, los agricultores comenzamos a quitar el rabo de las cerezas. Eso supuso confundir a los consumidores y ahora tenemos un problema que debemos atajar. Para ello necesitamos la ayuda de la Administración.

–¿Les preocupa cómo puede afectar la crisis del coronavirus a la próxima campaña?

–Sí. Dan entre dos y cuatro meses para que pase esta situación y en 40 días empezará la recogida de cereza. Hay mil escenarios posibles y algunos son muy preocupantes. Es posible que no podamos recoger la fruta por la falta de trabajadores o tenerla recolectada y no poder comercializarla o comercializarla solo en España.

–¿Han tenido reuniones al respecto?

–No, pero debemos analizar en los próximos días a qué nos enfrentamos para saber cómo actuar en los centros de trabajo o con los jornaleros en el campo. ¿Qué pasa si alguien da positivo en la fábrica o si se cierran las fronteras y no se puede exportar?

–Fuera de este tema, ¿qué previsiones tienen?

–Viene una campaña temprana, lo cual es bueno para nosotros. Son buenas expectativas, pero dependemos del tiempo.

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