La responsable de Sanidad de Hamburgo (Alemania), Cornelia Prüfer-Storcks, desató en mayo de 2011 la peor crisis que haya vivido el sector agrícola español. Aseguró que los pepinos españoles eran los causantes de una mortal epidemia de E.coli que causó 56 muertes en Alemania. Era falso. Pero las empresas españolas sufrieron fuertes pérdidas. Seis años después, un tribunal de Hamburgo obliga al Gobierno a pagar una indemnización a dos distribuidoras españolas.
Las dos empresas distribuidoras españolas se querellaron en 2011 contra el Gobierno de Hamburgo. Exigían una indemnización de 2,28 millones de euros por los daños causados por las acusaciones falsas de la responsable. La justicia obliga ahora a la ciudad a firmar un acuerdo mediante el cual su Gobierno se compromete a pagar una suma que no ha sido revelada pero que, al parecer, es de seis dígitos.
La denuncia de la política de Hamburgo, que echaba toda la culpa a los productos de la huerta española de transportar la bacteria asesina, provocó un alivio monumental entre los agricultores alemanes. Y llevó al periódico Bild a titular una historia de primera página con una sentencia rotunda: «Resuelto el misterio sobre la epidemia intestinal: El germen asesino llegó en pepinos de España». La crisis se desató entre los productores españoles. Los agricultores protestaron a las puertas de la embajada y los consulados españoles tirando grandes cantidades de pepinos a sus puertas.
Una crisis relámpago
El temor a que la bacteria pudiera tener su origen en España supuso que, en 24 horas, se paralizaran contratos de exportación para la mayor parte de las hortalizas españolas e incluso de algunas frutas de verano. Además, camiones que ya estaban en destino fueron rechazados.
Tras una acción relámpago de Udo Lampe, director del Instituto germanoespañol Analytica Alimentaria, la responsable de Sanidad tuvo que admitir que había cometido un grave error. Lampe, un experto especializado en certificar que los productos hortofrutícolas que exporta España a Alemania no representan un riesgo para la salud de los consumidores germanos, sometió a una prueba de laboratorio en Hamburgo toda la cadena de producción de los pepinos españoles, incluyendo el sembrado, la tierra y cadena de empaquetado. En dos días, entregó un informe a las autoridades donde demostraba con rigor científico que los pepinos no eran los causantes del brote asesino.
Cinco días después de arruinar la imagen de España como exportador hortofrutícola a Alemania, Prüfer-Storcks admitió que las hortalizas españolas no eran el origen del brote que alarmó a la ciudad y a todo el país.
La epidemia de la bacteria asesina tuvo como epicentro Hamburgo, pero en todo el país se registraron 3.842 casos. Las autoridades nunca lograron detectar el causante del brote. Seis años después, Hamburgo sigue defendiendo que llegó provocado por unas semillas de fenogreco importadas de Egipto.
Fuente: diario El País