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Gestión forestal y agricultura regenerativa, claves para reducir el impacto de las inundaciones

La reforestación, una de las soluciones para reducir el impacto de las inundaciones, ha bajado en España de las 198.217 hectáreas en 1996 a 3.839 en 2022.

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Olas de calor. Sequías. Lluvias torrenciales. El cambio climático provocado por la acción humana es evidente. El mundo se calienta, Europa se calienta a un ritmo más acelerado y la cuenca mediterránea lo hace en un porcentaje aún mayor, provocando que el exceso de energía que se acumula en la atmósfera se concentre y descargue aquí de forma desproporcionada.

El año pasado la tormenta Daniel azotó el este del Mediterráneo dejando precipitaciones de más de 1.000 litros en un solo día en la localidad griega de Zagora. En la mortífera DANA de Valencia de hace un mes se superaron los 2.200 m3/seg de caudal en el barranco del Poyo. Si bien la fuerza de la DANA ha sido descomunal, sus efectos se han visto multiplicados por la mermada capacidad del suelo para absorber agua.

La materia orgánica, clave

Coincidiendo con el Día Mundial del Suelo, que se celebra cada 5 de diciembre, la ONG Reforesta, en su lucha contra la desertificación, aboga por modificar nuestra relación con la naturaleza, restaurar el equilibrio perdido y tomar medidas para evitar inundaciones o, al menos, reducir su impacto. Para ello es esencial aumentar y mejorar el contenido de materia orgánica del suelo, que es lo que produce el efecto esponja cuando hay precipitaciones. Y hay dos actividades determinantes para conseguirlo: la gestión forestal y la agricultura regenerativa

La ecuación es sencilla de entender: la materia orgánica confiere estructura al suelo, aumenta su porosidad y esponjosidad y lo hace más resistente a la erosión; y cuando la elevamos, aumenta la infiltración. Según USDA (United States Department of Agriculture), cada 1% de incremento de materia orgánica supone 25.000 galones de agua disponible por acre; es decir, 23,38 l/m2. Los suelos ricos en materia orgánica no sólo absorben mejor el agua, también permiten aumentar la recarga de los acuíferos y que el flujo del agua hacia arroyos y ríos sea más regular y ordenado.

La mejora del contenido en materia orgánica es esencial, pues, para minimizar los efectos de las lluvias torrenciales. También lo es para prevenir la desertificación, reducir la erosión y combatir el calentamiento global: no hay que olvidar que el 58% de la materia orgánica es carbono que las plantas capturan de la atmósfera e incorporan al suelo. ¿Y cuáles son los suelos con más materia orgánica? Los forestales arbolados, seguidos por los cubiertos por matorral y pasto. Los suelos agrícolas ocupan el tercer lugar.

España, país europeo con menos carbono en sus suelos

El principal componente de la materia orgánica del suelo es el carbono y en esto, España se encuentra a la cola de Europa: es el país europeo con menor contenido de carbono en sus suelos. De ahí la importancia de dotar a nuestros suelos de más masa arbórea, tarea en la que trabaja Reforesta desde su creación, en 1991.

“La reforestación aumenta la materia orgánica del suelo, intercepta la lluvia y disminuye la fuerza con la que impacta en el suelo, ganando así infiltración en detrimento de la escorrentía, que es el agua de lluvia que se desplaza arrastrando la tierra. También son importantes los bosques de ribera, que contribuyen a sujetar la tierra de los márgenes del cauce y a disminuir la fuerza del agua”, explica Miguel Ángel Ortega, presidente de Reforesta.

Los mayores porcentajes de materia orgánica de nuestro país se registran en las regiones húmedas, con Galicia a la cabeza. En la mitad de España el contenido medio de materia orgánica del suelo es muy bajo, un 1,72%, lo que significa que el carbono presente es solo del 1%. En el caso de la provincia de Valencia, su superficie agrícola es de 338.745 hectáreas y la media de materia orgánica es el 1,77%, mostrando un mínimo de 0,10% y un máximo de 4,3%.

Con adecuadas prácticas agrícolas, el promedio en Valencia podría incrementarse hasta el 3% en un periodo de 3 a 5 años. Eso aumentaría la capacidad de absorción de agua del suelo en 18,71 Hm3 en la cuenca del Poyo y en 97,41 Hm3 en el conjunto de la provincia, una cifra que es 2,6 veces la capacidad del embalse de Forata. Y si se alcanzara un promedio del 4% de materia orgánica, cifra que ya muestran algunas explotaciones agrícolas valencianas, ese embalse subterráneo ascendería a 176,61 Hm3 en la provincia y a 33,91 en la cuenca del Poyo.

Gestión forestal, mucho por hacer

A pesar de la expansión natural del bosque, la reforestación sigue siendo clave en España en gran parte de la superficie forestal desarbolada y en la arbolada con una cobertura del bosque inferior al 60%. Sin embargo, la superficie reforestada ha pasado de 198.217 hectáreas en 1996 a 3.839 en 2022. Si bien la falta de información no permite saber si el volumen de inversión en reforestación se ha traspasado o no a otros trabajos de gestión forestal, la enorme caída de la superficie repoblada y la constante reclamación de inversiones por parte del sector forestal hacen suponer que asistimos a una fuerte caída del gasto en este ámbito.

En lo que a la Comunidad Valenciana respecta, el Plan Forestal de la Generalitat estimó en 2013 que hay 10.765 hectáreas de terreno forestal situado en las cabeceras de cuenca “con carácter estratégico en el suministro del servicio de regulación de avenidas”. En 7.141 de esas hectáreas el plan considera prioritario aumentar la cobertura arbórea para mejorar la infiltración. Desde esa fecha hasta 2022, último dato disponible, en la Comunidad Valenciana las administraciones reforestaron 2.050 hectáreas.

Agricultura regenerativa vs. agricultura convencional

La agricultura convencional basada en la labranza intensiva de la tierra es responsable de una gran disminución del contenido de materia orgánica. En los últimos años, en España y otros países, diversos fondos de inversión están desembarcando en la agricultura comprando grandes extensiones. Al lograr economías de escala pueden practicar una agricultura superintensiva.

El mejor ejemplo es la transformación de viñedos y olivares a régimen superintensivo de regadío, con constante laboreo y un uso elevado de fertilizantes y pesticidas. Ésta es una fórmula segura para agotar la tierra en unos años, aunque dentro del horizonte y objetivos de rentabilidad que se marcan estas empresas.

Por el contrario, la agricultura regenerativa procura restablecer el equilibrio del suelo en torno a la mejora de la materia orgánica, de la microbiología y del balance mineral. Estos tres ejes se complementan y retroalimentan. A medida que se restablece el equilibrio aumenta la disponibilidad de agua y se reduce el efecto de las plagas, puesto que aparecen especies que las controlan, evitándose el uso de plaguicidas.

“Durante los dos o tres años posteriores a la implementación de las técnicas empleadas por este tipo de agricultura bajan los rendimientos, pero posteriormente se recuperan e, incluso, superan a los obtenidos en la agricultura convencional”, concluye el presidente de Reforesta.

Sobre Reforesta

ONG creada en 1991 y declarada de Utilidad Pública que ha plantado y cuidado más de 77.000 árboles para combatir la desertificación y el cambio climático, y contribuir a evitar la degradación de la tierra y de los bosques favoreciendo su biodiversidad.

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