El tomate en tiempos de pandemia
El mercado camina hacia una comoditización en los próximos meses que, ni mucho menos, frenará el desarrollo de especialidades, que cada vez generan un mayor valor.
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La crisis del COVID-19 ha supuesto otro varapalo para la mermada rentabilidad del tomate. Las medidas de seguridad han aumentado unos costes que no han parado de crecer en los últimos años; y a eso hay que añadir la aparición de nuevas plagas y virus, la mayor competencia de terceros países, e incluso, el cambio climático, que obliga a las casas de semillas a desarrollar variedades más versátiles.
Si antes de la pandemia el mercado ya estaba polarizado, como ha afirmado en reiteradas ocasiones el consultor agroalimentario David del Pino, a partir de ahora lo estará más: los commodities cotinuarán siendo el grueso del mercado, aunque las especialidades y los tipos premium ganarán adeptos entre una clase media reforzada que no sólo busca alimentarse, sino nuevas experiencias de consumo.
«Los lineales de tomate se polarizarán aún más tras la crisis del COVID-19»
Y en esta encrucijada, como verán en las siguientes páginas, se encuentran las casas de semillas. Ninguna de ellas renuncia a la mejora de los tipos convencionales, aportando resistencias y productividad para un segmento con márgenes ajustados; pero también apuestan por las especialidades, un mercado que genera valor a medida que aumenta la diversificación en tipos, variedades, colores y tamaños.
Para la comercialización, la estrategia no es diferente: commodities y especialidades son dos mercados igualmente importantes y en los que hay que seguir innovando. Y justo esa innovación también en los tomates tradicionales es la punta de lanza para seguir marcando la diferencia con respecto a nuestros competidores.