El sector hortofrutícola: herido por la inflación, pero en continuo proceso de innovación
El sector hortofrutícola ha registrado una campaña complicada, con un incremento de costes y un fuerte descenso del consumo; los precios han mejorado por el menor volumen general, pero no han compensado la caída de producción, aunque se mantiene la pujanza exportadora.
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La campaña hortofrutícola 2022/2023 ha estado marcada por importantes fenómenos climáticos adversos, que han combinado, en diferentes momentos de la misma, elevadas temperaturas con olas de frío, así como escasez de agua y sequía con fuertes lluvias e, incluso, granizo, lo que ha provocado una reducción en el rendimiento por hectárea. Estas adversidades se han unido a un descenso en la superficie cultivada motivado por la incertidumbre generada tras la ‘tormenta perfecta’ del covid, la guerra de Ucrania, las restricciones al uso de fitosanitarios y el exceso de regulación, que han incrementado los costes de producción y han provocado, incluso, el abandono de explotaciones y están poniendo en riesgo el necesario relevo generacional, lo que significa, en líneas generales, una campaña complicada.
Inversión contra el cambio climático
Ante las inclemencias meteorológicas consecuencia del cambio climático, el sector ya ha tomado nota y se encuentra inmerso en un proceso de adaptación hacia una mayor sostenibilidad medioambiental y climática, lo que requiere una adaptación y transformación de las explotaciones, con un importante esfuerzo inversor, en un contexto caracterizado por una creciente competencia de otros países productores comunitarios como de terceros, tal y como destacan desde la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Verduras, Flores y Plantas Vivas (Fepex).
Destaca un proyecto promovido por la empresa malagueña Brokaw España SL y denominado ‘Desarrollo de nuevos patrones clonales de aguacate con alta tolerancia a salinidad y suelos pesados’, con el objetivo de investigar nuevos patrones para cultivar aguacates con un fruto con más vigor y mayor tolerancia. Asimismo, el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas de Valencia y el Instituto de Química Física Blas Cabrera están desarrollando un fármaco para activar la resistencia a la sequía de las plantas. Otro ejemplo es el proyecto ROOT4UE, promovido por la Universidad Miguel Hernández de Elche, que prevé desarrollar tomateras para que sus raíces vayan a por el agua a mayor profundidad y, de esa forma, necesiten menos riego.
Hoja de ruta
Esta inversión se pone de manifiesto en los cultivos a través de una apuesta por la innovación para ganar competitividad y productividad que contrarreste el descenso en la superficie, la falta de agua y los fenómenos climatológicos adversos, así como la búsqueda de nuevas zonas de producción con mayor disponibilidad de agua y mejores condiciones climáticas. La hoja de ruta pasa por las nuevas tecnologías, la digitalización, la mejora y recuperación de la vida en el suelo (microbiología), lo que se conoce como agricultura regenerativa, incrementar el valor añadido con la agricultura ecológica, así como la obtención de materiales vegetales más resistentes al estrés hídrico y climático.
Biofertilizantes y bioestimulantes orgánicos
En un entorno normativo de reducción en el uso de productos de síntesis química, el sector hortofrutícola debe apostar por una agricultura cada vez más sostenible, basada en tecnología que aplica la biología y la microbiología, apoyándose en una industria auxiliar creciente que produce bioinsecticidas, biofertilizantes, bioestimulantes orgánicos y herramientas de control biológico.
De esta forma, además de impulsar una agricultura regenerativa y considerada más ‘verde’, se obtienen frutas y hortalizas más saludables que pueden certificarse como tales y, por tanto, generar una mayor rentabilidad para el agricultor. Para dar respuesta a estas necesidades, está creciendo el número de empresas dedicadas a este sector, tales como Kimitec Group, Vellsam, Seipasa, Koppert, Agrobío, Yara, Idai Nature, Fertinagro Biotech, LIDA Plant Research, Sipcam Iberia y Tradecorp, entre otros. Un ejemplo reciente es el bioinsecticida Mycotal que ha desarrollado Koppert para luchar de forma natural contra la mosca blanca en tomate, pimiento, pepino, berenjena y judía verde.
Variedades más resistentes
Variedades más resistentes. Basándose en la genética de las especies silvestres, que ofrecen una mayor diversidad que los cultivos comerciales, y en su capacidad de adaptación y resistencia a diferentes tipos de clima, así como a condiciones de suelo menos fértiles, con menos necesidad de riego e, incluso, aportes de agua con más salinidad, la agricultura convencional avanza de la mano de las casas de semillas, que cada año realizan importantes inversiones para desarrollar nuevos materiales que, además, ofrezcan mayores resistencias a las plagas y enfermedades que van apareciendo, en muchos casos, de forma cíclica.
Ejemplo de ello es la apuesta que están realizando las casas de semillas, sobre todo, desde 2020, para frenar el avance del virus rugoso del tomate en España, desarrollando variedades cada vez más resistentes a ToBRFV. Destacan los avances de empresas como Enza Zaden, pionera en el descubrimiento del gen de Resistencia Alta (HREZ), así como de Hazera, Syngenta, Bayer, BASF, Rijk Zwaan, Isi Sementi o Semillas Fitó, entre otras muchas.
Digitalización e inteligencia artificial
Los avances tecnológicos que se están implementando en el sector hortofrutícola buscan mejorar la productividad y la rentabilidad de las explotaciones e incrementar la sostenibilidad. Para ello, se está empezando a emplear el uso de inteligencia artificial, junto a la recogida y análisis de datos para predecir el clima, detectar plagas y enfermedades, optimizar el uso del agua, los fertilizantes y los plaguicidas, así como recoger la cosecha de forma mecanizada con máquinas autónomas que minimizan los daños y el desperdicio.
Vendemos salud, calidad y sostenibilidad, el trío ganador. El sector produce con un modelo sostenible, que fija la población al territorio, poniendo en valor la agricultura familiar y cooperativa, factores que debe seguir certificando para obtener un mejor precio en los mercados
Algunos ejemplos de esta tecnología los han llevado a cabo empresas como Solinftec que ha desarrollado un robot autónomo y alimentado con paneles solares que recorre la explotación para monitorizar y recoger datos sobre el estado del cultivo.
Apoyo público, privado y concentración
Estas soluciones no son flor de un día, ni fáciles de implementar, ni son baratas. Por ello, es necesario el apoyo de las administraciones públicas estatales, regionales y locales, además de la unión de las instituciones y centros de investigación y la concentración de empresas y cooperativas que permitan dar pasos firmes por esta senda, de forma que se garantice el futuro de este sector estratégico y con él, el necesario relevo generacional, contrarrestando el abandono de explotaciones iniciado en los últimos años.
Fondos de inversión en alza
Una opción alternativa que ha dotado de un nuevo impulso al sector es la llegada de los fondos de inversión, aunque aún no está claro si será un fenómeno beneficioso o perjudicial, pues hay expertos que aplauden su entrada en el sector porque inyectan capital, dotándole de músculo económico y financiero, aumentan la profesionalización y garantizan el futuro; sin embargo, otros alegan que su aterrizaje es meramente especulador, desconocen el negocio agrícola y lo abandonarán para invertir en otras actividades que consideren más rentables una vez obtengan el rendimiento esperado (o no).