Inma Sánchez
Las cuantiosas lluvias del mes de abril han provocado que un año que empezó “bastante complicado por la sequía” tenga una previsión de cosecha “buena y con buen ritmo si el tiempo nos lo concede”, prevé Jaume Armengol, presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Poma de Girona. “Aun así, la sequía no se ha terminado, por lo que es necesario hacer nuevas infraestructuras para asegurar el agua”, afirma.
En este sentido, los productores de Poma de Girona llevan años trabajando con el Programa Giroreg, un sistema de riego “para aprovechar hasta la última gota” con el que están ahorrando más de un 30% del agua que se utilizaba anteriormente. El sistema cruza los datos sobre humedad que facilitan las sondas colocadas en la raíz de los manzanos a diferentes profundidades (20-40-60 cm de profundidad) con la previsión meteorológica a siete días vista para presentar una propuesta de riego adecuada a las necesidades de agua y a la expectativa de lluvia o calor de los próximos días.
“Hace años que estamos trabajando con este programa y hoy día no hay ningún agricultor ni ningún productor de la zona de Poma de Girona que dude en instalar la aplicación”, asegura Armengol, destacando que, gracias a Giroreg, han notado “una mejora de las fincas porque, como se riega todo por igual, son mucho más homogéneas y no hay un crecimiento vegetativo excesivo, resultando no sólo en la mejora de los recursos hídricos, sino también de la finca, la explotación y la calidad de la fruta”.
El valor del territorio
Ante el menor consumo actual de frutas y hortalizas, el presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Poma de Girona resalta el papel clave de la información y la pedagogía como estrategia del sector para mantenerse competitivo y así “demostrar” la calidad “excelente” y las certificaciones de la fruta del territorio frente a otras que llegan al lineal.
“Tenemos que seguir trabajando duro”, reitera Armengol. Así, apuesta por hacer campañas de productos de proximidad y pide a la Administración que no ponga “tantas barreras” a los productos nacionales y que “vigile más a la gente que compra y reetiqueta el producto de fuera”. Además, insiste en la necesidad de explicar “bien” a las generaciones más pequeñas de dónde proviene la fruta y la hortaliza que comen y el trabajo que hay detrás. “Falta un poco de cultura” en la fruta, opina, lamentando la pérdida de la tradición del frutero que ayudaba a elegir al consumidor el producto que mejor se adaptaba a sus gustos ante el mayor número de variedades que existen hoy día.
Situación actual
En cuanto a las medidas de sostenibilidad actuales y la eliminación de materias activas, Armengol confiesa que “cada vez se complican más las cosas y nos eliminan productos fitosanitarios que realmente funcionaban”. En esta dirección, destaca el trabajo “minucioso” que realiza la zona de la IGP Poma de Girona, donde los técnicos de cada una de las centrales controlan sus productores, finca por finca: “todo este trabajo se está haciendo, pero lo que falta es llegar al consumidor”.