En esta línea, la compañía ha desarrollado una Dirección de Procesos, encabezada por José María Arinero, que fundamentalmente se ocupa de aumentar el valor del producto y, por tanto, del agricultor, partiendo de la calidad tanto del producto como de los propios procesos.
Así, Arinero explica que “todas las mejoras en nuestros procesos se encaminan a generar valor en el producto y mejorando el producto damos valor al agricultor. Se hace de dos maneras diferentes: por un lado, mejoramos los procesos operativos y el manejo del producto, logrando un producto diferenciado en destino. Eso da un valor extra a nuestro producto final. Eso se hace, por ejemplo, con envasados de calidad, controles de todas las certificaciones de calidad de los clientes, fortaleciendo la imagen de nuestros agricultores en destino. Nuestra estructura de producción es mucho más competitiva gracias al control de los procesos y la automatización de los mismos”.
De hecho, Arinero explica que “ahora mismo estamos sumergidos en un proceso de digitalización, de mejora continua y en la búsqueda de la excelencia operacional. Gran parte de las unidades de confección están monitorizadas, controlando todos los procesos y teniendo indicaciones de mejora. Todas las actuaciones generan valor hacia el producto, lo cual redunda en el agricultor”.
La empresa ha hecho un gran hincapié en la mejora de los procesos, como garantía del incremento del valor del producto y Arinero reconoce que “gran parte de los diseños y las especificaciones de nuestras líneas están proyectadas para cumplir con los requisitos de los clientes, que en muchos casos son cambiantes. Para ello se diseñan líneas de producción flexibles, nuevas filosofías de producción ágiles, similares a las de industrias punteras como la automovilística; así como líneas compatibles con las nuevas demandas, sobre todo con la huella ecológica, con embalajes con el mínimo impacto, a ser posible cero”.
Otro elemento clave en todo esto es el control de calidad, que, para Arinero, “es uno de nuestros principales pilares. El control de calidad no sólo arranca en el almacén, sino incluso previo a la plantación, en las planificaciones de cultivo, para plantar lo que realmente tiene proyección. Y luego con las certificaciones de las producciones y las fincas, controlando la seguridad alimentaria, etc., todo ello con un equipo de técnicos agrícolas que lo controlan todo, incluyendo la fase de postcosecha, segmentando y desarrollando los procesos, de los cuales tenemos tres: por un lado, la calidad del producto, según los criterios comerciales normalizados; la calidad comercial, fijándonos en desperfectos visuales de todo tipo; y la calidad de los procesos, puesto que todo el proceso productivo está supervisado, desde etiquetados, calibrados, etc., que cumplen las exigencias del cliente y el control por nuestra parte”.
De hecho, concluye el director de Procesos de Grupo Agroponiente, “nuestra apuesta por la calidad se basa en la seguridad alimentaria, de la calidad del producto y la garantía de los procesos”.