El acceso a una dieta equilibrada y sostenible fue el eje del bloque temático sobre alimentación en el II Congreso Internacional de Consumo: Consumidores Vulnerables, celebrado en la Cidade da Cultura de Galicia. La sesión dedicada a la alimentación fue una de las más transversales del encuentro, en la que fiscalidad, salud, infancia y acceso se entrelazaron para defender un modelo alimentario más justo.
El coordinador de comunicación de Safe Food Advocacy Europe, Xavier Collados, abrió la sesión con un análisis comparado sobre el IVA de los alimentos en Europa. “Las prioridades políticas marcan grandes diferencias entre países. Y no todas benefician al consumidor más vulnerable”, advirtió. Su aportación fue clave para comprender cómo la fiscalidad puede convertirse en herramienta de inclusión… o de exclusión. Desde la Universidad de Santiago de Compostela, el profesor de Economía Aplicada Gonzalo Rodríguez centró su intervención en los productos del mar y el impacto de su fiscalidad. Alertó sobre la necesidad de diagnosticar bien las causas reales del descenso en su consumo y defendió que “una bajada del IVA no solo puede impulsar la demanda, sino también generar empleo y dinamizar el sector transformador”.
El enfoque social lo aportó Isabel Caño Aguilar, del Comité Económico y Social Europeo, quien advirtió que la obesidad infantil no puede abordarse solo desde la perspectiva de los hábitos. “Hay que entender las condiciones de vida que la provocan: sin contexto, no hay soluciones”, señaló. Su intervención fue una llamada clara a vincular salud y justicia social.
La vicepresidenta del Colegio Oficial de Nutricionistas de España, Uxía Rodríguez Lavandeira, aportó la mirada de la infancia y el entorno escolar. Analizó el reciente Real Decreto sobre menús escolares, recordando que “para muchas familias en riesgo, la comida del colegio es la más completa del día” y que las políticas públicas deben garantizar el acceso a una alimentación adecuada como base de la equidad.
Cerró el bloque el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Urrialde de Andrés, quien puso sobre la mesa la evolución de la información alimentaria. “Ya no hablamos solo de etiquetas físicas: ahora el consumidor se informa —o se desinforma— a través de apps, QR y plataformas web”, señaló, abriendo un nuevo frente en la necesidad de regulación y alfabetización digital en consumo.
El bloque de alimentación se consolidó como uno de los más transversales del Congreso, interconectando salud, economía, educación y derechos. Las voces participantes coincidieron en que no puede hablarse de consumo sin hablar de justicia, y que la alimentación debe dejar de ser un privilegio para volver a ser un derecho garantizado. Como afirmó una de las asistentes: “Comer bien no puede depender de lo que cobras a fin de mes”.