Entorno a la ventas a resultas y el papel de las cooperativas. Invitación al debate
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En el sector de las frutas y hortalizas, además del problema general del desequilibrio de la cadena alimentaria que afecta a todos, existe otro ogro destructor, las “ventas a resultas”.
Que yo sepa, empezó en el sector de los cítricos pero se ha llegado a extender a otros frutales y alguna que otra hortaliza. El productor no sabe cuánto va a cobrar finalmente, dependiendo de lo que “resulte” al final en el mercado. Lógicamente, los ofertantes del producto, con muy reducido riesgo económico, pueden hacer ofertas muy competitivas que tiran hacia abajo los precios de mercados.
En el 2012, una primera sentencia de los Tribunales de valencia condeno esta práctica. Al año siguiente, la ley del 2016 de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria prohibió esta práctica. Hoy la firma de un contrato es obligatoria y debe incluir precio y plazos de pago. Pero también es verdad que esta obligación solo se puede imponer en las operaciones comerciales realizadas en España con lo que se excluyen muchas de las expediciones a otros estados miembros y exportaciones a países terceros. Vista la importancia de estas operaciones para el sector español, la existencia de una norma comunitaria obligatoria en todo el territorio de la Unión sería más que bienvenida. La Agencia de Información y Control de los Alimentos había realizado a finales del 2015 165 controles sobre 33 empresas comercializadoras de cítricos y ´se iniciaron 19 procedimientos de infracción.
Sobre este tema, existe un interesante debate que me gustaría compartir con Ustedes, y conocer sus opiniones porque tiene gran importancia política, al menos de política agraria. De todos es conocido mi compromiso personal y profesional en apoyo de la organización del sector, de las organizaciones de productores y sus asociaciones, de las interprofesiones, como instrumento justamente para avanzar hacia estrategias colaborativas entre los distintos actores de la cadena alimentaria.
Buenos amigos, y excelentes profesionales del sector, me argumentan que, por su estructura y razón de ser, en las cooperativas el productor entrega sin precios sus producciones y, por lo tanto, la cooperativa no tiene un precio de compra en el campo que debe defender en los mercados frente a los clientes, a diferencia del operador privado que salía a comprar. Este último que compra fruta en el campo sí tiene un precio que defender y, por tanto, no puede bajar los precios frente a los clientes, como pueden hacer y han hecho cooperativas en los mercados principalmente exteriores.
Siguiendo este argumento, las cooperativas no serían un brazo armado de los productores para defender el valor de sus producciones sino, por su funcionamiento al menos, parte del problema. La verdad es que esta argumentación no me gusta, me duele pero no quiere decir que no haya una parte de cierto. En todo caso, el tema merece atención, debate y reflexión.
Las conclusiones del estudio que tuve el honor de supervisar en mi etapa profesional anterior sobre las cooperativas europeas[1], no confirman esta afirmación, pero es verdad que se refieren al conjunto de las cooperativas agrarias y no solo a las de un producto perecedero y de venta en fresco como las frutas y hortalizas. Se concluye que los precios percibidos por los agricultores son en promedio mayores en las regiones con fuerte implantación cooperativa frente a las regiones con pocas cooperativas. Pero también se concluye que, en las regiones con gran tradición cooperativa, los precios pagados por las firmas privadas son mayores que los que pagan a sus socios las cooperativas.
En otras palabras, el estudio concluye que la organización cooperativa redunda en el beneficio de los productores agrarios pero que en las regiones fuertemente organizadas, las empresas privadas para competir tiene subir más los precios, intentar quedarse con los mejores productores, orientarse hacia productos de mayor valor añadido que dejan mayores márgenes y abren mayores posibilidades de remunerar la materia prima.
Pero insisto, esta es una conclusión general no directamente extrapolable a nuestro sector.
Un extremo para mi queda claro. En ausencia de una producción organizada, los productores de productos perecederos estarían en manos del comercio. Mi padre me contaba como en su Alora natal, tierra malagueña productora de limones, la cosecha se ponía antes de la guerra civil en la puerta de casa hasta que un comerciante, murciano en general, llegaba, hacia una oferta y se la llevaba. El precio era el que os podéis imaginar.
¿Pero, alejándonos de los extremos, donde se encuentra la zona (que no el punto) de equilibrio? Porque lo que también para mi está claro es que la situación actual no es tampoco la deseable.
[1] Disponible en ingles en http://ec.europa.eu/agriculture/external-studies/2012/support-farmers-coop/fulltext_en.pdf
En respuesta a la búsqueda del punto de equilibro que plantea Tomás García, creo que los efectos negativos del sistema de resultas, se podrían neutralizar –al menos en parte- en base a la introducción de un precio de referencia de entrada a la Central Frutera, fijado a través de las Mesas de las Lonjas Agropecuarias.
La lonja agropecuaria en origen, es el único punto dentro de la cadena de valor del producto en el que se pueden reunir en una mesa, los representantes de una oferta muy atomizada con representantes de una demanda mucho más concentrada. Ahí es donde se deben de sentar los operadores para debatir y consensuar la referencia a utilizar en el momento de la entrada a las Centrales Fruteras.
La fijación de un precio de referencia permitiría poner de relieve la eficiencia y eficacia de las gerencias de las Centrales Hortofrutícolas, sean cooperativas o privadas.
Cabe tener en cuenta que en plena campaña de recolección la producción presiona muy fuerte. Las Centrales fruteras deben de darle salida, sabiendo que sus vecinas están en la misma situación, por lo que se crea competencia entre ellas, y que al no existir una referencia en el precio de entrada de la fruta resulta muy tentador ceder a las presiones de la gran distribución. Por poner un ejemplo esto ocurrió a finales de julio de 2015 en la campaña de fruta de hueso. En un momento en que la oferta no era excesiva, la gran distribución presionó para bajar el precio. Por la situación del mercado, las centrales fruteras de la zona leridana hubieran podido aguantar el tipo y no ceder; y sin embargo se cedió, ante el temor de alguna Central de quedarse regazada frente a sus competidoras.
Esta actuación es la que lleva a calificar al sistema de resultas como un sistema perverso porque cuando las Centrales Fruteras ceden en el precio de la fruta u hortaliza, no afecta –al menos directamente- sobre los resultados de su cuenta de explotación, sino sobre los de la empresa del productor que les ha cedido el derecho de tenencia del producto para que la Central pueda proceder a su comercialización en las condiciones que estime oportunas.
Continuando con el interesante debate iniciado en su blog por Tomás García, éste hace referencia a que la Ley de Cadena Alimentaria prohíbe la práctica de las resultas, y al mismo tiempo implanta el contrato para las operaciones comerciales realizadas en España. Se excluyen las expediciones a otros estados, y aunque coincido con Tomás García Azcárate sobre la bondad de una normativa de ámbito comunitario, considero que esa normativa tendría una incidencia muy limitada en lo que se refiere al sistema de resultas; puesto que éste sistema se aplica de inicio en el primer eslabón de la cadena de valor, el cual se produce en el momento de la primera entrega de la materia prima entre productor y Central en origen.
Tomás García no señala –aunque se da por entendido- que la operativa entre la Cooperativa y sus socios está exenta de la obligación del contrato, porque la Ley parte de la base de que la cooperativa “es de los socios”. A mi modo de entender, este planteamiento tiene mucho de “filosofía cooperativista de principios de siglo XX” y muy poco de «filosofía empresarial». Se dice que la cooperativa es una empresa del agricultor, pero no es del todo cierto. La empresa del agricultor es su explotación. Otra cosa es que ese agricultor, ese empresario, decida colaborar con otros productores -otras empresas-, y a través de esa colaboración encontrar economías de escala que le permitan mejores salidas para su producción, utilizando para ello los principios democráticos del sistema cooperativo; aunque, siempre la cooperativa será una empresa distinta a la suya.
Sin conocer la explotación agrícola del padre de Tomás, nos podemos imaginar que estaba a años luz de la explotación agrícola media de cualquier productor de frutas y hortalizas actual, convertido hoy -por las circunstancias del mercado- en auténtico empresario agrícola.
Y pese a ello, el padre de Tomás y el actual empresario agrícola, tienen un importante punto de coincidencia: ambos entregan el fruto del trabajo de todo el año, sin poder incidir mínimamente en el precio del mismo. En ese momento el actual empresario agrícola y el padre de Tomás se ven equiparados por cuanto el primero deja a las puertas de la Central Hortofrutícola, -ya sea cooperativa ya sea privada-, su condición de empresario para volver a la condición de “labrador” “llaurador” o”pagés” que tenía el padre de Tomás, es decir “el último de la fila” en la cadena de valor del producto.
Aporto para su debate una definición del Sistema de Resultas:
Definimos al Sistema de liquidación del valor de la fruta a resultas como el concierto económico que se establece entre una central frutera y un productor de fruta según el cual, las partes acuerdan que la central frutera prestará los servicios de conservación, manipulación y posterior comercialización de la fruta entrada por el productor.
En contrapartida el productor otorga a la Central Frutera el derecho de tenencia del producto para que pueda proceder a su comercialización en las condiciones que ella estime oportunas.
Una vez realizada la comercialización, al importe total generado en la operación se le restarán los gastos de conservación, manipulación y comercialización imputables a la fruta de referencia, cobrando el productor el importe neto de gastos, lo que se denomina liquidación a resultas.
Refleja la triste realidad. La venta a resultas sera la muerte hasta para quien…no se lo cree.
la utilización del Sistema de Resultas en el mercado de la fruta dulce es la principal causa de que el sector esté profundamente desorganizado. Este sistema sin duda alguna es perverso para todos los operadores del mercado puesto que en cada eslabón se produce una cesión del producto que fuerza a la baja al precio del producto.
A mi entender, las características definitorias del sistema de resultas , son las siguientes:
1. La cadena de valor de la fruta se inicia sin dar valor a la materia prima.
2. Como contrapartida a la primera, el productor de fruta no percibe la necesidad de adecuar su oferta al mercado.
3. Pone en cuestión la eficiencia y competitividad de las Centrales Frutícolas.
4. Afecta a la aplicación de las medidas anticrisis provistas en la OCM comunitaria.
5. Provoca opacidad en los siguientes eslabones de la cadena.
6. Constantemente el precio es presionado a la baja.
7. Descrédito para el último eslabón de la cadena (distribución), con críticas a menudo injustas.
8. Los márgenes comerciales que se generan, son pequeños.
9. Desacredita la imagen de la fruta como producto de valor.
10. Se crea confusión entre el PVP pagado por el consumidor y el recibido por el productor.
un articulo muy bueno, lo malo es que es real