Los integrantes de la Comunidad de Regantes Arco Sur han empezado a cumplir con su obligación de plantar 40 kilómetros de barreras vegetales alrededor de sus fincas de cultivo para frenar la entrada de efluentes al Mar Menor, minimizar los efectos de las escorrentías durante los episodios de lluvias torrenciales, absorber nitratos y favorecer las poblaciones de insectos que ataquen las plagas de forma natural. Se trata de unos separadores verdes entre parcelas, preferentemente variedades autóctonas de la Región, para compatibilizar la actividad agrícola con la protección del medio ambiente.
Las plantas, que han sido adquiridas en su mayoría en un vivero de Abanilla, son especies autóctonas de árboles, como pinos, algarrobos e higueras, además de arbustos como tomillo, romero, lentisco y moraga. Así, desde La Manga y la rambla de El Albujón hasta el Parque Regional de Calblanque ya ha sido plantada esta barrera verde que, pese a todo, tendrá ahora que crecer para hacer efectivos sus beneficios. La colocación de estas pantallas naturales es una de las medidas urgentes contempladas en el decreto-ley de medidas del Gobierno regional para reducir el impacto en el humedal de la agricultura intensiva en la denominada zona 1, que vierte a la cubeta sur (Cartagena).
Las restricciones a la actividad agrícola son algo más laxas en las zonas 2 y 3 (centro y norte de la franja litoral). La norma se publicó el 6 de abril en el Boletín Oficial de la Región y establecía un periodo transitorio de nueve meses desde su entrada en vigor.
El presidente de la comunidad de regantes, Eloy Celdrán, destaca que la iniciativa es «una muestra clara de cómo los agricultores estamos concienciados y dispuestos a colaborar, como estamos demostrando», en la mejora de la laguna.
El presidente también avanza que a la plantación de esta barrera natural se suman otras tres nuevas medidas que mejorarán el medio ambiente en la zona. Una de ellas es la plantación de cereales en las tierras que ahora están en barbecho para su posterior roturación. La segunda es la colocación de plásticos en los campos para evitar que proliferen las malas hierbas y reducir los insecticidas y, por último, el compromiso de no mantener el estiércol acumulado más de 72 horas ni esparcirlo en días en que haga viento, para evitar malos olores en la comarca.
Fuente: La Verdad de Murcia
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