Nueva Zelanda sufre una crisis de mano de obra para su campaña de kiwi
La escasez de mano de obra lleva al Gobierno a cambiar las leyes para permitir a los turistas trabajar en los huertos en su último intento por evitar que la fruta se pudra en las plantas.
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El Gobierno de Nueva Zelanda lucha a la desesperada por salvar la cosecha de su fruta nacional, el kiwi. Su última medida ha sido relajar las condiciones de las visas de vacaciones que concede a los turistas extranjeros para favorecer la entrada de trabajadores extranjeros al país para recoger y embalar la fruta.
Los propios productors de la Bahía de Plenty lanzaron la voz de alarma al ver que por primera vez en una década no conseguían cubrir las vacantes para la cosecha, informa el diario británico «The Guardian».
Con esta nueva medida, los turistas extranjeros podrán cambiar las condiciones de su visado para poder trabajar en huertos y empacadoras. «Lo último que queremos es que la fruta se pudra en los árboles o en el suelo», aseguró el primer ministro, Jacinda Ardern.
El trabajo de recolección de la fruta de kiwi es físicamente exigente, con un salario mínimo de 16,50 dólares australianos por hora (10,38 euros). Además requiere que los trabajadores se trasladen temporalmente de lugar de residencia, lo que la convierte en una opción de empleo poco atractiva para muchos neozelandeses, incluidos los que viven de los beneficios sociales.
«Tenemos discusiones continuas con los líderes del sector sobre cómo hacer que la industria sea más atractiva para los trabajadores al mejorar las prácticas de empleo», indicó el comisionado regional Mike Bryant.
El director ejecutivo de Kiwifruit Growers Incorporated, Nikki Johnson, aseguró que el problema de llenar las vacantes estacionales obligó a los productores a pedir ayuda al Gobierno. La demanda de consumo de kiwi ha aumentado en todo el mundo,especialmente en China, con un incremento del 19%.
En la región de Bay of Plenty hay 6.000 personas desempleadas mientras que los huertos de kiwi necesitan incorporar inmediatamente 1.200 trabajadores. El director general de la compañía frutera Apata, Stuart Weston, dijo a Radio Nueva Zelanda que la «situación es grave», pero elevar los salarios no marcará la diferencia.«Inexplicablemente, la gente prefiere pasar hambre en lugar de trabajar en una empacadora», aseveró. «Estamos enviando camionetas a Murupara, Tokaroa, Whakatāne y Rotorua, para intentar captar más gente que desee trabajar», añadió.
Fuente: ABC