hogar
Según Circana, cada hogar español gasta mensualmente 355 euros en alimentos, de los cuales 127 euros se destinan a productos frescos.
El consumo per cápita de fruta fresca en parejas con hijos pequeños es de 37,6 kilos por persona y año, muy lejos del promedio nacional que está en 78,5 kilos.
Los hogares españoles reducen un 1,6 % el volumen comprado de fruta fresca con respecto al año anterior. Aunque en valor, se produce un incremento en positivo con una variación del 3,7 % en la facturación.
Dos años después de que la pandemia de la Covid-19 impactara en nuestra vida, el consumidor se ha vuelto, en términos generales, menos sociable y confía menos en el futuro, por lo que dedica más tiempo a pensar en sí mismo y en invertir en su hogar, el sitio que siente como más propio, seguro y que no restringe sus libertades.
La caída del consumo de frutas y hortalizas en los hogares hasta noviembre de 2021 respecto a 2020 vuelve a poner en evidencia que la COVID y los confinamientos totales y parciales supusieron un fuerte impulso en la demanda. No obstante, comparando las cifras con el mismo periodo de 2019, antes de la pandemia, se observa un ligero crecimiento, del 1,8%.
Las frutas y hortalizas representan el 46% del desperdicio alimentario en el hogar, de ahí la importancia de sensibilizar al consumidor sobre su impacto en el medio ambiente y cómo aprovechar, y reaprovechar, los alimentos.
Es el turismo, el consumo fuera del hogar y la exportación es lo que está produciendo que el sector agroalimentario siga creciendo.
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El gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de la Fresa de Huelva, Freshuelva, Rafael Domínguez, ha señalado que la campaña de fresa y frutos rojos en la provincia de Huelva se ha desarrollado durante las pasadas navidades con «una buena producción y de calidad» que ha llevado consigo un incremento de los precios, incluso por encima de años anteriores en estas fechas.
La empresa Microgaia nació como una spin-off del CEBAS-CSIC. Cristóbal Sánchez es su CEO y describe con pasión cómo empezaron trabajando con microorganismos que tenían capacidades beneficiosas para la agricultura, como protectores de cultivos.
La inversión inicial de 50 millones de euros comprometida para el Plan PARRA (Plan de Agua Regenerada para el Regadío en Andalucía) se amplía a los 165 millones a todas las provincias andaluzas.
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