La sociedad está cada vez más concienciada con el desperdicio alimentario y su impacto, ya que este no es solo ambiental. De otra manera, hay regiones y países que no pueden obtener alimentos tan fácilmente como lo hacemos nosotros, según los datos más recientes de la FAO, entre 691 y 783 millones de personas tienen problemas para acceder a los alimentos en el mundo en 2022.
Aunque esa concienciación exista, el sistema alimentario sigue dejando en el camino el 31% de lo que produce, según las cifras más recientes de la ONU, pero, ¿Qué cantidad de desperdicio alimentario produce cada parte de la cadena alimentaria? Las cifras dejan entrever que toda la responsabilidad no recae en el consumidor, como tradicionalmente se ha hecho creer.
El 14% del total de la producción que se desperdicia cada año se pierde entre que se recolecta la comida y se lleva a la tienda. Un 2% se estropea en los estantes de los distribuidores. Un 5% en los restaurantes y, finalmente, un 11% en los hogares.
Cabe puntualizar que estos porcentajes que muestran dónde se produce la pérdida varían en función de la fuente, pero en lo que las diversas instituciones que han analizado el problema coinciden es en señalar que es necesario afrontarlo. De un lado, a unos precios pagados a los agricultores que en ocasiones ni siquiera cubren el coste de recoger la cosecha. De otro, unos baremos que debe cumplir el producto, en ocasiones basados en la estética, que llevan a descartar aquellas piezas menos lustrosas o que no cumplen con ellos.
Según unas declaraciones que ha realizado Andoni García Arriola, ganadero y responsable de medio ambiente y agricultura ecológica, entre otros cargos en COAG, a El País afirma que, «las políticas comerciales de la UE han propiciado la importación de alimentos baratos a precios por debajo del coste de producción local. Esto deriva en que, en ocasiones, la cosecha quede sin recoger, lo que a su vez genera una destrucción de pequeñas y medianas explotaciones».
A modo de ejemplo está lo ocurrido en 2022 con las naranjas. Ese año, en Alicante, la variedad navelina se pagaba a los agricultores a 7 céntimos el kilo. Un precio que no cubre los costes fijos de 15 céntimos por kilo y muy por debajo de los 20 céntimos que se pagaba de media en otros años. Las naranjas se quedaron el árbol y en el bolsillo de los agricultores quedó un agujero que la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) cifró en 50 millones de euros.
Avanzando el análisis sobre cómo se produce el desperdicio en cada eslabón de la cadena alimentaria, la pérdida en los estantes se genera sobre todo cuando no se consigue vender el producto a tiempo. En los restaurantes, cuando caduca el género y debido a las sobras de los clientes. En los hogares, por una mala planificación de las compras.
Desperdicio en los hogares
En el segmento de los hogares, la otra gran fuente de desperdicio y pérdida alimentaria además de las primeras etapas de la cadena de producción, en la guía del ministerio se recoge un análisis con tipo, causas y consejos.
Lo que más se tira, según el ministerio, es fruta, verdura y pan fresco por considerar que ya no está en buen estado. Representan el 48,1% del total de desperdicios de los hogares españoles. De todo lo que se tira en las casas, el 85,6% son productos no elaborados. Esto significa que una vez cocinado, es más difícil que acabe en la basura.
Entre los factores que provocan el desperdicio en los hogares, el ministerio identifica a la publicidad y a la cultura de tener la nevera llena. A inadecuados formatos de venta, ya sea por tamaño o por un reducido espacio de tiempo entre la compra y que se eche a perder, y a una falta de planificación a la hora de comprar.
Fuente: Cinco Días El País