En el proceso de investigación, ensayo, producción y control de calidad de la semilla, esta recorre un circuito por varios países antes de su comercialización. Por ello, y ante el riesgo que supone la propagación de un virus, bacteria u hongo en la producción agrícola mundial, es decir de las Seed-Borne Diseases (SBD), el sector está utilizando numerosos recursos para evitar que la semilla se infecte.
En Fitó han implementado a lo largo de los años importantes protocolos para controlar la producción, con efectivos sistemas de detección, diagnóstico e investigación para incorporar resistencias a sus variedades, de forma que actualmente no existen apenas incidencias, garantizando una semilla con la máxima sanidad.
“Toda la semilla producida por Semillas Fitó en el mundo pasa por este centro de Control de Calidad”
Visitamos sus oficinas centrales y sus laboratorios en Barcelona para conocer cómo evitan la transmisión de enfermedades por semilla en la obtención vegetal, en una jornada en la que intervinieron Xavier Fitó, director de Hortícolas de la multinacional, Anna Mª Viles, responsable de Control de Calidad, y Juan Jesús Narváez, Seed Technology & Quality Process. Toda la semilla producida por Semillas Fitó en el mundo pasa por este centro de Control de Calidad.
Hace años cada empresa tenía sus propios controles para la detección de semilla infectada, sin embargo, hoy día, existen varios convenios internacionales que establecen protocolos estándar, de forma que previenen en mayor medida el riesgo de contagio. Así, Fitó está presente en el ente SYSTEM Approach, en coordinación con la Administración Pública, así como con el grupo de trabajo de carácter privado ISHI- Veg, que crea protocolos de diagnóstico y prevención e intenta que los organismos públicos exijan ese certificado de calidad. A nivel de empresa, Fitó invierte cada año un presupuesto de un millón de euros para su Departamento de Control de Calidad.
El virus que más preocupa: ToBRFV
Fitó cuenta con un portfolio de 28 virus que analizan mediante tests indirectos, realiza casi medio millón de análisis anuales y cuenta con una patente de semillas con resistencia a Nueva Delhi, entre otras medidas de prevención. Sin embargo, ahora el reto es el Tomato Brown Rugose Fruit Virus (ToBRFV), uno de los virus más temidos en la actualidad y en el que están trabajando para obtener un protocolo para su detección. Este virus salta todas las resistencias y tiene una alta y muy rápida transmisión mecánica (por contacto). “Ya se trabaja en un protocolo ISHI-Veg a través de PCR”, manifiesta Anna Mª Viles, quien afirma que la empresa alemana DSMZ cuenta con un kit de análisis de gran sensibilidad que ya está disponible en los mercados. Sin duda, este año es ‘crítico’ para la evolución del ToBRFV. “El sector está en estado de alerta y debe colaborar para evitar que entre y se desarrolle en nuestro país”, declara Xavier Fitó.
Por otra parte, también preocupa la Clavibacter, la enfermedad del tomate que más repercusión tiene a nivel mundial y que se contagia mecánicamente. Para ello, interviene el protocolo GSPP, que evita la contaminación del patógeno.
Certificación GSPP
Juan Jesús Narváez introduce el concepto de este sello con el que cuenta Semillas Fitó, uno de sus análisis más rigurosos gracias al cual evitan que su material se contagie de Clavibacter en tomate gracias a sus estrictas normas de seguridad en su Centro de Control de Calidad de Barcelona, que recorremos. Variedades como Monterosa, Ateneo, Silex y Alcazaba están certificadas con GSPP y su objetivo es que toda su oferta de tomate cuente con él. “Lo importante no es controlar la semilla, sino producirla bien, y la certificación GSPP nos ayuda a ello”, declara Narváez.
Como colofón de la jornada, nos trasladamos a su sede de producción de semillas en la localidad de Llavaneras, donde Víctor Sancho, Global Seed Supply Manager, nos muestra en el semillero y en las distintas zonas donde se procesa la semilla los pasos que siguen para evitar la contaminación de patógenos e investigar para hallar resistencias.