Disminuyó el volumen final de producción y una reducción del ajo disponible de primera categoría. “La valoración general es buena en cuanto a rendimientos, superándose en muchas parcelas los 13.000 kilos por hectárea, y el calibre resultó óptimo”, atestigua Daniel Bartolomé, de Ajos Cuelgamures.
El ajo fresco en campo arrancó con cotizaciones medias de entre 0,94 euros el kilo y 1,07 euros. Sin embargo, en la segunda parte de la campaña, los precios subieron hasta registrar un valor medio de 1,76 euros, manteniéndose relativamente estables hasta el mes de agosto.
Las importaciones de China se han frenado este año debido a las dificultades para encontrar contenedores frigoríficos y el consecuente incremento de los costes de transporte, así como, por la reticencia del consumidor a comprar productos procedentes del país donde se generó la pandemia.
“Actualmente, en el mercado mundial del ajo, los precios tienden al alza, sobre todo en Europa. En términos de demanda, se ha registrado un aumento significativo, sobre todo en Canadá donde se ha duplicado y en los Estados Unidos donde se ha disparado un 70%”, comenta Daniel Bartolomé sobre el mercado. “Las previsiones para esta campaña son muy halagüeñas”, prevé.
A cultivos como el ajo no les vino mal la nieve caída durante el mes de enero ni las bajas temperaturas porque es agua que se proporciona a la planta. Los ajos han germinado bien, con una mayor producción de raíces si cabe, y no se aprecian daños en las hojas, explican desde Ajos Cuelgamures.
Campo Castilla La Mancha