Pese a que comprar al aire libre a hacerlo en un recinto cerrado puede parecer que conlleva un menor riesgo de contagio, los mercadillos ambulantes han sido uno de los grandes castigados de esta crisis sanitaria. En otros países como en Francia no estuvieron cerrados ni una semana por considerarlo, al fin y al cabo, un servicio esencial en lo que respecta a la alimentación, adoptando las medidas sanitarias oportunas. Sin embargo, en España y concretamente en la comunidad de Madrid, donde hay unos 190 mercadillos, algunos llevan casi tres meses sin poder trabajar.
Para el 25 de mayo el Ayuntamiento de Madrid anunció el reinicio de la actividad de los 26 mercadillos de la ciudad, tras mes y medio cerrados. Sin embargo, debían contar con la autorización de cada junta del distrito en el que están situados y este proceso burocrático ha ralentizado mucho la apertura de cada uno de ellos. Tanto, que, a día de hoy, y según el representante de la Asociación de Ambulantes de la Comunidad de Madrid, Alberto Chamorro, solo hay 6 funcionando.
“Hay que agradecer el impulso que Alberto Serrano, Concejal Presidente de los Distritos de Latina y de Hortaleza, ha llevado a cabo para la reapertura de estos mercadillos, que han sido los primeros”, señala Chamorro.
Por ahora, tienen preferencia los puestos de alimentación y de primera necesidad para reiniciar su actividad y con unas medidas sanitarias y de distanciamiento “muy extremas”, como sostiene el representante de los ambulantes. Solo un 25% de los puestos pueden funcionar, los carriles son de un solo sentido, el aforo está limitado a un tercio de su capacidad que hay que turnarse para controlar, los puestos se dan la espalda, hay una distancia de dos metros y medio entre puesto y puesto y de 6 m con el de enfrente, los clientes no pueden manipular los alimentos, hay que priorizar el pago con tarjeta…
Una serie de medidas que, según Chamorro, son excesivas, sobre todo por no dejar volver al resto del sector a trabajar, al calzado, textil, “otros compañeros que, mientras los centros comerciales están funcionando, ellos, al aire libre, no pueden hacerlo; es incongruente y esto demuestra que somos un sector marginado por los políticos”, señala.
Además, “este decreto es muy difícil de interpretar para cada ayuntamiento y, dejarlo en mano de cada junta de distrito ha sido un error porque aún están la mayoría cerrados y eso es una barbaridad”, añade.
Alberto Chamorro lleva 40 años trabajando con un puesto de fruta y verdura en un mercadillo de Madrid y considera que esta crisis sanitaria y las medidas que se han tomado con ellos, agrava la situación de un sector que ya contaba con una gran competencia y dificultades. “Necesitamos una ampliación de horario hasta las 17h, por ejemplo, entre otras muchas mejoras”, apunta.
De momento, solo esperan poder abrir al 100% los mercadillos con todos sus puestos para poder recuperar su trabajo.