Nos encontramos actualmente en la primera fase de la campaña de invierno en brócoli y coliflor y, como es costumbre, la afrontamos con ilusión y responsabilidad, pero también con una honda preocupación debido a factores externos que quedan totalmente fuera del control de las empresas y agricultores. No hablo ya de cuestiones geopolíticas como el Brexit o el veto ruso, recientemente ampliado, ni siquiera del COVID-19, que afectan en gran medida a nuestra actividad, sino de la inusual y disparatada subida de costes en todos y cada uno de los procesos de nuestras empresas.
Ya en la campaña pasada se comenzaba a atisbar el escenario inflacionista en el que nos encontramos (y que el sector asumió y digirió), pero ni mucho menos esperábamos que se alcanzasen los niveles actuales y, sobre todo, que se mantuviera la incertidumbre sobre el techo que puede alcanzar. Hay que tener en cuenta que hablamos de un incremento medio de en torno al 25% hasta la fecha, pero no sabemos ni cuánto durará ni cuándo se detendrá. De ahí que sea entendible la dificultad de cerrar acuerdos a largo plazo con nuestros clientes.
Debemos ser conscientes y entender con qué márgenes se trabaja en el sector en general, y que son más que estrechos y ajustados (alguien ajeno al sector realmente se sorprendería al estudiarlos). Venimos de años en los que los costes han crecido progresivamente, mientras que los precios de nuestros productos se han mantenido, e incluso, bajado. Es ahí donde se ha demostrado la fortaleza y la resiliencia del sector, que se ha ido reinventando año tras año, adaptándose a las nuevas circunstancias y asumiendo esas subidas, pero que, de ningún modo puede, ni está preparado, para hacer frente a esos nuevos aumentos de costes tan espectaculares en tan corto espacio de tiempo y que, además, superan con creces los márgenes comerciales de las empresas y sus agricultores en la venta de sus productos. Estamos en una situación en la que es imposible ajustarnos más y no es posible trabajar en esas condiciones.
“Estamos en una situación en la que es imposible ajustarnos más”
Todos y cada uno de los integrantes de la cadena debemos ser conscientes de la crisis de costes que afecta a la economía a nivel mundial y adecuar los retornos a las nuevas circunstancias; si no, se corre el riesgo de que haya puntos de venta desabastecidos y empresas en grave riesgo de supervivencia (y todo ello con el consiguiente peligro de pérdida de puestos de trabajo, despoblación de zonas rurales, desertificación…).
La innovación y la mecanización son esenciales, y dos de las herramientas que tiene el sector para hacer frente a este tipo de situaciones; pero para invertir hay que generar, trabajar a pérdidas es, sencillamente, insostenible.
Tampoco debemos ralentizar el consumo a base de subidas extraordinarias en los lineales, pero sí establecer un precio justo que valore nuestros productos y permita la subsistencia del sector, adaptándose al escenario que nos toca sufrir en estos momentos.
La Región de Murcia es, y seguirá siendo, la principal productora de brócoli y coliflor en España. Son miles las toneladas que se producen y exportan a mercados internacionales y cada vez más a nivel nacional. También son muchos los actores que intervienen en el proceso desde que se planta un brócoli o coliflor hasta que se compra en los supermercados. La producción lleva años asumiendo su parte de responsabilidad, pero, sinceramente, hemos llegado a un punto en el que necesitamos que el resto de la cadena asuma la suya, bien reduciendo sus márgenes y/o pagando un poquito más que en los últimos años, de manera que el sistema sea sostenible y se pueda seguir abasteciendo a los mercados de productos frescos, saludables y con garantías.
La Gran Distribución y la producción debemos trabajar juntos, codo a codo, evitando en lo posible los canales intermedios que distorsionan y encarecen innecesariamente los productos que llegan al consumidor, que también sale perjudicado con esta dinámica. Es urgente e imperativo que la producción, el retailer y el consumidor busquemos el punto de equilibrio en el negocio para que todos salgamos beneficiados. De lo contrario, si matamos la gallina de la producción, se acabarán los huevos. Y entonces, ¿qué?