La fiebre de los frutos rojos ha llegado a España. Si se fija, durante el último año, las cestitas de frambuesas y arándanos se han convertido en habituales de los grandes supermercados, finalmente rendidos ante unos productos que llevan décadas en los lineales de Alemania y Reino Unido. En cinco años, las ‘berries’ han disparado su facturación en torno a un 300%, lo que supone una gran noticia para nuestro país, primer productor de Europa.
«Estamos viviendo un crecimiento sensacional. España era un país en el que solo se comía fresa, dentro de las ‘berries’, pero ahora cada vez nos demandan más el resto de los frutos desde las grandes superficies», dice Rafael Domínguez, gerente de Freshuelva, la principal asociación de productores. Prácticamente todos los frutos rojos de España se producen en Huelva, donde estos frutos, que antes solo veíamos en yogures y mermeladas, están quitándole espacio de cultivo a la fresa. Son frutos mucho más delicados que la fresa, pero también más rentables: mientras que el kilo mayorista de fresa se paga a poco más de un euro, el de frambuesa sale por más de 5 y el de arándanos oscila entre los 12 y los 18 euros.
Los factores que más encarecen el producto tienen que ver con su manipulación. Las frambuesas y las moras no se pueden apilar en cajas, porque se aplastarían, y tampoco pueden ser recogidas en masa, por la misma razón. No pueden venderse en cajas de medio o un kilo, como sí sucede con las fresas, porque además la producción es menor, de modo que se presentan al consumidor en cajas de 125 gramos que, en el caso de las frambuesas, oscilan entre los 2 y los 5 euros. «No es tanto la rentabilidad, que también, sino la necesidad de diversificar los cultivos«, explica Domínguez. «Huelva ha sido un espacio de monocultivo de la fresa y lo hemos pasado muy mal cuando han caído los precios. Con la llegada de las nuevas ‘berries’ podemos cubrir otras épocas del año en las que no había producción».
Con respecto a la temporada 2011/12, Huelva ha cuadruplicado las hectáreas de siembra de arándanos, pasando de 777 a 2.858, casi duplicado la de frambuesas y triplicado la de moras. «Es muy difícil vivir solo de lo que produces de diciembre a mayo, como sucedía hasta hace poco. Con la frambuesa ya hemos conseguido hacer dos cosechas al año, una de octubre a enero y otra de noviembre a julio. Es necesario mencionar que, a diferencia de otras regiones, los productores de ‘berries’ onubenses no tenemos subvenciones, nos tenemos que mantener solos», lamenta Domínguez.
Onubafruit, también con sede en Huelva, es el mayor productor de ‘berries’ de Europa. El año pasado facturó 200 millones de euros, de los que un tercio procede solo de las frambuesas. «Hemos hecho una apuesta grande por frambuesas y arándanos sin perder espacio de cultivo para la fresa. En 2009 vendíamos 300 toneladas de frambuesas; ahora vendemos 35.000, y vamos a seguir ampliando por esta parte», relata Francisco Sánchez, gerente de la cooperativa. El gestor considera que la fresa es un producto con visos de declive económico en el futuro, de modo que pretende enfocar su producción a los otros frutos rojos, que están en pleno ‘boom’ en Centroeuropa: «Lo que está sucediendo en Alemania con los arándanos es espectacular. Es-pec-ta-cu-lar. Solo se puede comparar con el aguacate, que está también disparado en el consumo. Los arándanos ahora están considerados superalimentos, en Alemania y los países cercanos les atribuyen propiedades casi mágicas», dice Sánchez.
De hecho los arándanos son los reyes de los llamados superalimentos, una exitosa campaña de marketing para renombrar la comida saludable. Estos pequeños frutos cumplen con todos los requisitos estipulados: son ricos en antioxidantes, especialmente en vitamina C, vitamina K y manganeso. Su explosión ha sido tan grande que incluso las pequeñas plantaciones obtienen rentabilidades notables. Luis Sánchez es un ingeniero ambiental que coordina un laboratorio de materiales. En 2008, con menos de 30 años, decidió planta una hectárea de arándanos en Grado, un pueblo a 20 kilómetros de Oviedo. Lo hizo en una finca familiar, concibiéndolo como un proyecto sin pretensiones: «Lo creé como un complemento a mi trabajo, pero finalmente estos ingresos me salvaron la vida durante la crisis económica, porque me quedé sin empleo y dependía de los arándanos que vendiese a las cooperativas», dice a este periódico.
El producto de Sánchez se vende en El Corte Inglés y Mercadona, pero ¿cómo de rentable es? «Depende mucho de cómo esté el mercado, de cuánto producto haya en circulación. En momentos concretos se ha llegado a pagar a 25 euros el kilo de arándanos, pero lo normal es que se pague menos. En líneas generales puedes facturar entre 40.000 y 50.000 euros por hectárea plantada, de los que al menos 12.000 son beneficio», afirma el ingeniero. El arándano, a diferencia de fresas y frambuesas, que son plantas de cultivo rápido, es un arbusto que hasta los tres años no comienza a producir a nivel comercial. Esta peculiaridad, sostiene Sánchez, hace que no siempre sea rentable cultivar en grandes extensiones: «La recolección y el transporte son caros, así que a veces es mejor producir menos y con más calidad, sobre todo ahora que estamos viviendo este repunte del arándano en toda la cornisa cantábrica, que ya tiene 500 hectáreas dedicadas», concluye.
Atacar al segmento ‘premium’ es, quizá, la mejor opción para cultivadores modestos. Daniel Velo es el director de La Canastita, la mayor productora de moras de Europa, con sede en Lucena del Puerto, Huelva. Arrancó en 1993 con ayuda de su hermano, ingeniero agrícola, y hoy venden 1.300 toneladas del fruto al año. «La mora es la oveja negra de las ‘berries’ porque la recolección es muy difícil. Si las aprietas de más cuando las coges, no te das cuenta hasta pasados unos días, porque se ponen rojas y empiezan a ‘sangrar'», dice. «No lo sabes en el momento, pero ese producto ya no está para vender».
Su diferenciación es la tecnología. Gracias a los conocimientos de su hermano, Velo y La Canastita han desarrollado un sistema de cultivo hidropónico (sin material sólido en el sustrato) que les permite producir durante todo el año. Para ello, pasan las plantas, ubicadas en pequeñas macetas como se puede comprobar en la imagen inferior, por un túnel de frío que induce a la planta a la floración independientemente de la época del año. «Es el doble de caro que plantar en suelo, y desde luego requiere mucha más atención y especialización en el cultivo, pero en invierno solo nosotros y México tienen moras en todo el mundo», presume Velo.
No obstante, Velo afirma que las posiciones de mercado ya están tomadas y que no tiene sentido entrar ahora en el sector: «La clave está en definir bien tu modelo. Nosotros pudimos ir hacia los arándanos, que era lo que más crecía, pero decidimos centrarnos en las moras, que son lo que menos demanda tiene, pero también lo que menos oferta. Somos los primeros productores casi diría que del mundo; enviamos cargamentos a Reino Unido, Dinamarca, Alemania, Italia e incluso Oriente Medio, pero España apenas representa un 20% de nuestras ventas, y eso que el porcentaje casi se ha duplicado en un año. El panorama de las moras es muy bonito».
Exportamos el 90%
Esta es una queja común entre los productores: los españoles apenas consumimos las ‘berries’ que producimos, de alta calidad, y para colmo importamos de Holanda o Marruecos parte de las que llegan a nuestros supermercados. En torno al 90% de la producción se va fuera y cada uno tiene su explicación. Desde La Canastita consideran que las moras «tienen un regusto ácido que entusiasma en Alemania pero no en España, donde somos mucho más aficionados a la fruta dulce». Para Francisco Sánchez, de Onubafruit, los españoles estamos mal informados: «Hay un contraste enorme entre el interés que hay por nuestras ‘berries’ en Alemania con respecto a España. Allí se pagan precios altos por ellas, mientras que aquí el 90% de la población no sabe qué aspecto tiene un arándano, ni muchísimo menos cómo se come. Incluso personas bien informadas como uno de mis amigos, médico, me vienen a preguntar qué cómo es eso de los arándanos, que se los mencionan los pacientes como un superalimento».
«Somos muy de importar en este país, eso es innegable», dice Rafael Domínguez, de la patronal de cultivadores. «De la fruta que consumimos en España, dos tercios viene de fuera. Es verdad que, en el caso de las ‘berries’, la demanda de Alemania y Reino Unido termina por inflar los precios, pero echamos de menos una cultura de protección a la agricultura nacional como la que hay en Francia, que no permite importar fruta que esté disponible en el país». Domínguez señala a Holanda y Polonia, dos regiones que le están comiendo mercado: «Polonia produce muchísimas toneladas de frambuesa para uso industrial, como mermeladas, repostería o como edulcorante de medicamentos. Ese es un nicho que nos ha cerrado, de modo que nosotrosnos dedicamos al producto fresco, al que se vende al público», dice. «Y luego está Holanda, que están a años luz de comercialización y producción de nosotros. Tienen instalaciones con mucha tecnología que les permiten crear el efecto invernadero utilizando gas, y también han hecho un gran negocio reempaquetando lo que importan de países como Perú. Es realmente impresionante el volumen de producción que consigue Holanda siendo tan pequeño y debería darnos qué pensar».
Fuente: El Confidencial