El consumo de uva de mesa continúa al alza en Europa, tanto en los mercados menos desarrollados como en aquellos maduros, como Reino Unido. De hecho, sus exportaciones crecieron un 24% en volumen y un 34,5% en valor en 2020, según Fepex, hasta las 193.068 Tn y los 421,2 millones de euros.
“Es un producto que no ha frenado su crecimiento durante la pandemia”, confirma David Franco, director comercial de Grupo Paloma, que inició su campaña de uva de mesa en junio y le pondrá punto final en octubre. Explica que “hay destinos en los que cada vez se consume más y otros con gran tradición, como Reino Unido, donde sigue creciendo”, impulsada, sobre todo, por la uva roja, la única tipología que produce Grupo Paloma en sus 300 hectáreas de cultivo y de la que comercializa unos 6 millones de kilos cada campaña.
Su color y tamaño le confieren cierto aspecto de fruto rojo, de modo que el consumidor la asocia también a sus beneficios saludables. Además, en este auge del consumo ha tenido mucho que ver la reconversión varietal realizada por el sector, buscando no solo la eliminación de la pepita (el 100% de su uva es apirena), sino también “el sabor, la consistencia, el crunch, el calibre y la vida útil”.
“La calidad está siendo buena y la demanda está absorbiendo los volúmenes de producción”
Todo ello le ha valido a España para consolidar su “hegemonía en Europa”, restando cuota de mercado a orígenes como Italia, que ni ha implementado una reconversión varietal con tanto éxito –“se han quedado con variedades más tradicionales”- ni alcanzan el estándar de calidad, servicio y garantía de los productores españoles.