La fruta para Extremadura supone la base de la economía de innumerables municipios, ya que acapara más del 70% de toda la mano de obra agraria que se genera en la región, con más de 40.000 trabajadores que se distribuyen durante los 365 días del año (no es un cultivo anual y hay explotaciones que precisan de labores de mantenimiento continuas). Por lo tanto, la fruticultura ofrece una mano de obra de calidad y continuada en el tiempo.
También es un importante sostén de las exportaciones extremeñas, con una producción potencialmente cifrada en unas 350.000 toneladas, de las que 75% sale de nuestras fronteras y llega a más de 40 países de cuatro continentes distintos, y que cuenta con un volumen de facturación de más de 300 millones de euros.
Y hablamos en pasado, puesto que, desgraciadamente, ya se han empezado a arrancar muchos árboles frutales en diferentes explotaciones de la región durante la pasada semana, algunos incluso antes de producirse su recolección, ya que no sería rentable su comercialización debido a los altos costes que el laudo ha ocasionado en comparación con el resto de zonas productoras del país.
Esta subida desproporcionada del laudo ha incrementado los costes salariales un 25% , que sitúa a nuestra región con los más altos del país, nos hace ser menos competitivos y nos condena a ser reemplazados en la mayoría de mercados por producciones de otras zonas con menores costes. A esto hay que sumar la deficiencia de infraestructuras de Extremadura, lo que dificulta el que podamos sacar nuestros productos a precios comparables a otras zonas productoras.
Debido a esta situación, y si no se hace nada al respecto, la producción frutícola extremeña irá disminuyendo progresivamente hasta la práctica desaparición del sector y su transformación en cultivos que no necesiten mano de obra. ¿Qué pasará entonces con nuestros pueblos al eliminarse la principal forma de vida de sus habitantes?