¿Qué balance hace de las trayectorias de las cooperativas que integran Onubafruit?
Bueno, la pertenencia a Onubafruit ha sido determinante. Hemos vivido momentos complicados pero la mayoría han sido muy positivos, es innegable que el avance ha sido continuo y las diferentes cooperativas integrantes están satisfechas con el trabajo que ha ido haciendo la cooperativa de segundo grado.
En momentos como estos de incertidumbre y crisis económica, es importante estar unidos, ¿marca realmente la diferencia?
En Onubafruit siempre hemos apostado por la colaboración de todos para conseguir mejores resultados. Si algo hemos aprendido de crisis como la pandemia es la necesidad de seguir fortaleciendo nuestro proyecto, de encontrar soluciones comunes a problemas y crisis comunes y también a los individuales.
Onubafruit ha diversificado mucho su gama de productos, ¿cree que ha sido un acierto?
La irrupción de los nuevos “berries” ha supuesto una nueva forma de vida y nos ha permitido alargar la campaña y tener trabajo todo el año. Antes nos concentrábamos en los meses de la fresa y ahora tenemos producción los 365 días. Hemos ganado cierta seguridad, pero hemos tenido que adaptarnos y hacer nuevas inversiones. Yo creo que la clave en este proceso es analizarlo todo en su conjunto, teniendo en cuenta cada producto, de manera que podamos ir obteniendo buenos resultados en todo momento.
El arándano se ha convertido en Onubafruit en un producto estrella con muy buenas expectativas gracias al éxito que tienen vuestras variedades, ¿cómo creen que va a desarrollarse en el futuro?
No tenemos muy claro eso de que el arándano es un producto estrella, pero estamos contentos con nuestro trabajo con esta fruta. La campaña pasada fue difícil y eso ha mermado la economía de los agricultores, a lo que hay que añadir una nueva subida de los costes de producción. Cuando el volumen de producción se concentra en poco tiempo, sacar esa fruta al mercado es muy complicado. Es más interesante contar con variedades en ventanas de poca producción y es en esa línea en la que hemos ido trabajando, pero veremos cómo evoluciona la campaña.
¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan día a día?
Pues todos lo que nos afectan, que no son pocos: el agua, la subida de insumos, la falta de mano de obra en el campo, los precios, cómo ser rentables, la multiplicidad de trámites y certificados, cómo hacer frente a una competencia con la que no estamos en igualdad de condiciones, las estrictas limitaciones en los tratamientos, las complicaciones para la desinfección de suelos… una suma de circunstancias que nos llevan a la pérdida de productividad y al incremento de los costes indirectos.
Nos preocupa la rentabilidad de los agricultores. Tenemos la ventaja de poner solución a algunos problemas de manera conjunta y coordinar acciones para que haya el menor gasto posible, ser más eficientes, pero la situación actual, sobre todo con la injusta competencia que llega de Marruecos, nos lo está poniendo muy difícil. Estamos acostumbrados a trabajar las crisis y somos expertos en inmediatez, pero ahora tenemos muchas trabas. La situación general del sector es complicada.
«Si la sequía se prolonga, no nos quedará más remedio que abandonar plantaciones»
El agua en esta campaña ha sido una espada de Damocles para el sector, ¿tenéis que llevar a cabo medidas y prácticas para optimizar este tema?
El agua es vital para nuestro trabajo y tenemos que hacer lo que sea necesario para contar con ella y ser capaces de optimizar su uso al máximo. Si la sequía se prolonga, no nos quedará más remedio que abandonar unas plantaciones para poder mantener otras y no perder nuestro medio de vida y, por supuesto, esto tendrá consecuencias en la oferta que reciba el consumidor.
¿Temen que la situación de inflación generalizada perjudique a los niveles de consumo de berries?
Sí, pero tememos más a la inflación provocada por la reducción de la oferta de productos hortofrutícolas.
Aunque la fresa llega en un momento en el que los mercados no tienen mucha fruta, y eso es un motivo para su consumo, también tenemos a un consumidor que está bajando su capacidad adquisitiva y reduciendo, como consecuencia, la cesta de la compra en frutas y hortalizas. Y es que las crisis, al final, nos afectan a todos, también somos consumidores y, supongo que cuando hay problemas económicos se suprime aquello de lo que creemos que podemos prescindir. No sé si las frutas y hortalizas son muy prescindibles, pero sí existe un riesgo de que se reduzca significativamente el consumo y eso nos afectaría mucho.