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La producción de caqui crecerá pese a la mosca blanca y el pedrisco

Los productores consideran que las previsiones para la próxima campaña serán un 10% superiores a la anterior, si no hay complicaciones meteorológicas

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caqui

La expansión de la mosca blanca desde los cítricos a los árboles de caqui en la Comunidad Valenciana y el fuerte recorte de producción en Granada y Málaga por el pedrisco sufrido en mayo no han frenado las previsiones globales de crecimiento del volumen de esta fruta para la próxima campaña.

En febrero, el presidente de la organización valenciana AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, no descartaba que la producción española de caqui pudiera llegar en 2016/17 a las 288.000 toneladas, frente a las 220.000 toneladas relativas a la campaña pasada, de las que unas 140.000 toneladas correspondieron a la Ribera del Júcar.

Los agricultores valencianos ya detectaron en 2015 tres variedades de mosca blanca -sobre todo de la Dialeurodes citri- en las parcelas de caqui, pero ha sido este verano cuando el insecto se ha desarrollado de una «manera masiva», ha explicado el vicepresidente de AVA-Asaja, Bernardo Ferrer.

Ferrer ha confirmado que los productores están vigilantes e informados sobre qué tratamientos fitosanitarios hay que aplicar para evitar la plaga gracias al seguimiento y control de su evolución con la ayuda de técnicos de la Consejería de Agricultura valenciana. «La producción, por naturaleza, va a ser de nuevo récord la próxima campaña -como mínimo un 10 % superior que en 2015/16- porque además hay muchas plantaciones nuevas que ya van a producir y no ha habido inclemencias climáticas que contrarresten los volúmenes hasta la fecha», ha sentenciado.

El presidente de la Denominación de Origen (DO) Caqui de Ribera del Xúquer, Cirilo Arnandis, ha precisado que el Servicio de Sanidad Vegetal de Agricultura y el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) colaboran también con los técnicos de las organizaciones agrarias para atajar el problema. «El uso de determinadas materias activas no está autorizado debido a que el caqui es un cultivo novedoso», ha explicado Arnandis tras confirmar que los tratamientos fitosanitarios que sí se pueden aplicar son «necesarios» y, lógicamente, «encarecerán los costes» de producción.

El presidente de la única DO de caqui ha considerado este año como «de transición» desde el punto de vista fitosanitario y a esta plaga como «un problema que, sin restarle la importancia que tiene, se debe considerar temporal». Al igual que Ferrer, Arnandis ha admitido que «no existen circunstancias climatológicas extremas que hayan afectado al cultivo y que puedan tener un efecto significativo sobre las estimaciones» de producción, que esta pasada primavera él cifró para el horizonte del 2020 en 650.000 toneladas.

En Huelva, otra de las principales zonas productoras con unas 650 hectáreas dedicadas al caqui, la gerente provincial de Cooperativas-Agroalimentarias, Natalia Aguilera, también prevé un aumento del volumen de en torno al 2 % respecto a las cerca de 10.000 toneladas registradas en la última campaña.

Para los productores granadinos y malagueños, que cuentan con unas cien hectáreas de caqui, la próxima temporada sí que no va a ser ni buena ni rentable, ya que de las 1.500 toneladas previstas tan sólo se van a recoger 80. Según ha explicado el presidente de la Asociación de Productores de Caqui del Poniente Granadino y la Alta Axarquía (Asprokaki), Juan Miguel Ortigosa, una noche de pedrisco, el pasado 5 de mayo, al inicio del cuajado, «arrampló» con todas las esperanzas de una buena campaña cuya producción no había sido asegurada.

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