Con o sin acuerdo, lo cierto es que Reino Unido se enfrenta a una nueva relación comercial con la Unión Europea (UE) a partir del próximo 1 de enero de 2021, y la gran distribución británica ha vuelto a alzar la voz: “Los supermercados tendrán que subir los precios si el Gobierno no logra negociar un acuerdo sin aranceles con la UE”. Así lo afirmó recientemente David Potts, director ejecutivo de Morrisons, la cuarta cadena de supermercados más grande de Reino Unido, en un informe hecho público por The Guardian, y urgió al Gobierno británico a negociar un acuerdo de libre comercio.
La advertencia llega en un momento en el que la economía británica comienza a acusar el impacto del COVID-19 y apenas unos días después de que el primer ministro Boris Johnson amenazara con un Brexit duro si ambas partes no habían alcanzado un acuerdo el próximo 15 de octubre. Desde la UE son claros: “Una situación no regulada tendría consecuencias muy significativas para la economía británica”, afirmó el pasado sábado el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, para quien “Europa estaría en condiciones de manejarla, ya que sus consecuencias no serían especialmente graves teniendo en cuenta los preparativos que ya habíamos hecho”.
El pasado mes de julio, el British Retail Consortium (BRC) alertó de que un Brexit sin acuerdo tendría un importante impacto sobre los precios, y no solo de los artículos de lujo, sino también “sobre los productos que todos los consumidores compran y tienen que reponer habitualmente”.
En este sentido, ya entonces, el BRC apuntó, por ejemplo, a un posible incremento del 12% en el precio de las naranjas españolas o del 16% en el caso de los pepinos. Y fue muy claro al respecto: “Quienes más sufrirán este aumento de los precios serán las personas más vulnerables económicamente”.
¿Quién pagará la subida de precios?
Esta es la pregunta que se ha planteado José Miguel Flavian, consultor especializado en el mercado británico, en su artículo ‘Brexit: ¿quién va a pagar los aumentos de costes?’. Según Flavian, un informe del Gobierno británico recogido por The Grocer cifra en 7.000 millones de libras el coste de las inspecciones fronterizas para todo tipo de productos, incluidos los alimentarios; cantidad a la que habría que sumar un 20%, de media, en el caso de no llegar a ningún acuerdo.
Según Flavian, el citado artículo de The Grocer recuerda que, en la mayoría de los acuerdos de compra de los supermercados con sus proveedores, el precio acordado es por el producto puesto en el almacén del distribuidor, con lo cual, a priori, estos nuevos costes deberían ser asumidos por el proveedor. Sin embargo, Flavian alerta: “Este aumento de costes puede suponer que muchas operaciones no sean viables económicamente” y, a medida que se negocien nuevos contratos, “o los proveedores dejan de vender al mercado británico porque no les interesa o las subidas de precios parecen inevitables”.
La posición de Morrison
El director ejecutivo de la cadena de supermercados afirma que, ante un Brexit sin acuerdo, Morrisons parte de una posición ventajosa con respecto a otros retailers, ya que dos tercios de los productos que distribuye son de origen británico. Aun así alertó sobre la complejidad que entrañan los frescos, como frutas y verduras, productos que, por su carácter perecedero no pueden ser almacenados y de los que necesitan un suministro continuo.
Cada año, Reino Unido importa alimentos de la UE por valor de 30.000 millones de libras, según Flavian, cuyo coste podría aumentar en 6.000 millones solo teniendo en cuenta la tarifa plana del 20% por no llegar a un acuerdo. A todo ello habría que sumar, además, el coste de las declaraciones aduaneras.