Actualidad
En España, el sector agrícola reúne a casi 30.000 empresas, siendo la mayor parte pymes. Basta con ir a una edición de Fuit Attraction para darse cuenta de lo diverso que es nuestro sector, tanto en número de empresas como en tipología.
En cuanto a colaboración empresarial, el sector agrícola español puede ser un referente a nivel europeo, pues muchas de nuestras empresas líderes y referentes son cooperativas. Estas empresas permiten unificar y optimizar los esfuerzos de sus socios, haciendo de ellas compañías sólidas, rentables y duraderas en el tiempo. Sin duda alguna, la cooperación es un arma necesaria en un sector muy dinámico expuesto a la globalización y a la constante evolución de los mercados.
Cuando hablamos de colaboración en el sector agrícola, lo más habitual es que pensemos en la cooperación o sinergia entre empresas que se encuentran en el mismo eslabón de la cadena de valor. Sin embargo, puede que uno de los modelos de colaboración menos frecuentes sea aquel que recorre toda la cadena de valor, es decir, colaboraciones que contribuyan al beneficio de cada eslabón.
Otra alternativa es la cooperación público-privada, que pienso que tiene aún una gran capacidad de desarrollo. Es importante que las Administraciones públicas comprendan la operativa de las empresas del sector agrario y que nosotros les podamos explicar los entornos reales en los que nos movemos.
Concepto
Seguramente, el punto más importante de la colaboración empresarial no sea el cómo, sino con quién. La cultura empresarial, la visión y la realidad actual de cada empresa va a determinar en mayor o menor medida el éxito de su cooperación con otras. Una vez encontramos a la empresa o empresas con quién colaborar, estableceremos la estrategia y planificación, pues los beneficios pueden ser muchos: optimización de procesos y costes, mayor grado de innovación y creación de nuevos proyectos.
Seguramente, el punto más importante de la colaboración empresarial no sea el cómo, sino con quién
Experiencia
La colaboración ha sido muy importante para nosotros, especialmente en proyectos de I+D+i.
Trabajamos de la mano con nuestros productores y otras empresas del sector, tanto de hemisferio norte como sur, de cara a intercambiar conocimiento tanto en técnicas de cultivo como de conservación.
A nivel de producto y desarrollo comercial, desde Kiwinatur hemos desarrollado una colaboración con diferentes supermercados regionales, pudiendo ofrecer a sus clientes un kiwi de KM 0, con origen Asturias, Cataluña, Cantabria, Extremadura y Galicia. Se trata de una colaboración entre los diferentes eslabones de la cadena de valor (agricultor – mayorista – supermercado – cliente final) donde tomamos en cuenta el feedback del consumidor para poder ofrecerle el mejor producto según su demanda, pudiendo tratarse de sabor, origen, calibre, precio, calidad…
Barreras y riesgos
Todos los temores a la hora de iniciar una colaboración son lícitos, pues se asemeja al comienzo de cualquier tipo de relación interpersonal. Pero más importante es analizar los riesgos y establecer protocolos o vías para solucionar cualquier tipo de desafío o problema que pueda ocurrir en una asociación o cooperación. Quizá lo ideal para aquellos más reticentes a colaborar sea buscar la cooperación con empresas complementarias a su actividad.
Para mí un área fundamental a desarrollar es la asociación de la gente joven en el sector, pues cada vez somos menos y creo que sería muy potente poder tener un lugar o agrupación donde las nuevas generaciones, ya sea de agricultores, emprendedores o miembros de comercializadoras, puedan conocerse, tener formación, compartir ideas, oportunidades, etc.
Futuro
En un sector que tiende a la concentración, la colaboración puede ser una de las mejores estrategias que permitan la sostenibilidad en el sector de empresas familiares, pequeños agricultores, mercados mayoristas, etc. No obstante, las fuertes inversiones que requiere el sector, unido a los tiempos de desarrollo y la evolución constante de los mercados, creo que nos llevará a un sector más concentrado. Generando buenos ecosistemas de colaboración, no sólo mejoraremos nuestra competitividad, sino que también contribuiremos al fortalecimiento de toda la cadena de valor agrícola.