A pesar de que en determinados mercados el consumidor puede considerar la cereza como una fruta premium, lo cierto es que no se escapa de las consecuencias de llegar a un mercado saturado, con una oferta excesiva y un consumo estancado: el precio se tiene que equiparar al del resto de productos. Esto fue lo que pasó el año pasado con la cereza, no solo del Valle del Jerte, sino en todas las zonas productoras de España y Europa.
Saber qué va a pasar este año desde el punto de vista comercial es complicado, más aún con el retraso que han acumulado los cerezos: “Desde mediados de mayo tenemos cerezas, lo que ha obligado a la distribución y mayoristas a buscar productos alternativos hasta entonces. Esperemos que no sea en detrimento de nuestra fruta”, apunta Jesús Martín, gerente de Deleite Grana, con quien nos reunimos en nuestra visita el Valle del Jerte.
Pero para Martín lo determinante será el estado en el que esa fruta llegue al mercado: “Si tiene dureza y vida útil, podremos garantizarle a nuestros clientes primero y al consumidor después un tiempo adecuado para su consumo. Y eso es determinante”, apunta Martín.
Más garantías
Para intentar aumentar esa vida comercial, en Deleite Grana tratan de concienciar a los agricultores con los que trabajan de que, una vez recogida la fruta en campo, la lleven lo más rápidamente posible a la central, pues acortando al máximo ese tiempo se gana en firmeza y calidad. Con este mismo objetivo, desde hace ya dos campañas, cuentan con una máquina de calibrado y aunque, hasta el momento, parte de la fruta el agricultor la selecciona de forma manual, el objetivo de Jesús Martín es que, desde esta campaña, todas las cerezas y Picotas pasen por la calibradora automática.