Lógicamente, a mi entender, le pregunté que si estaba explorando posibilidades fuera del mundo de las frutas y hortalizas. Tras una primera mirada de incredulidad, se empezó a reír a carcajadas.
- Pero, hombre, dónde voy a ir yo ahora – Me respondió.
Este es el estado de un efecto psicológico que llevo viendo toda mi carrera profesional. A poco que te centras en este negocio y ganas experiencia parece que no hay más mundo laboral fuera de él.
Es una especie de cárcel profesional no explicita. Tú no ves los barrotes, pero sientes que no puedes salir de ahí. Aunque es justo destacar que cuando interaccionas con gestores de recursos humanos o head hunters, tener experiencia en el negocio internacional de frutas y hortalizas en fresco no parece que levante mucha expectación.
Bien es cierto que otra razón, que no se comenta, de la existencia de esta cárcel es lo poco aspiracional que suena la carrera profesional. A los que nos gusta el sector siempre hemos tenido trabajo porque muchos talentosos jóvenes profesionales prefieren, por ejemplo, un subempleo en consultoría financiera o ser un eterno becario en investigación universitaria.
Sin embargo, este artículo va sobre cómo desmontar esta cárcel mental, mientras os pido que no abandonéis el sector. Va de saber valorar los muchos imponderables capacitantes que nos da el ejercicio profesional en un sector tan dinámico y volátil. Y de cómo esto se conecta con otro tema que últimamente me interesa mucho, la resolución de problemas complejos.
Los profesionales de este sector desarrollan una enorme “inteligencia operativa” para poder lidiar con toda esa incertidumbre, volatilidad y complejidad. (Concepto de: Dörner, D.1986. Diagnostik der operativen Intelligenz [Assessment of operative intelligence]. Diagnostica, 32, 4, 290-308.)
Un concepto (la inteligencia operativa) que agrupa las diferentes cualidades que adornan al solucionador de problemas complejos de la emergente nueva disciplina de conocimiento llamada CPS por sus siglas en inglés (Complex Problem Solving).
La capacidad anticipatoria con su rápida ejecución, la orquestación cognitiva, el uso o la generación de heurística (reglas sencillas y truquillos) para la toma de decisión cuando el exceso de información y la complejidad nos paraliza, son parte de las cualidades del típico profesional del negocio hortofrutícola y son las señas de identidad del que domina la resolución de problemas complejos.
En nuestro mundo, las encumbradas virtudes de la planificación no son nada sin una habilidosa ejecución de la operativa. No hay estrategia que sobreviva sin correcciones tácticas permanentes. No hay ganancias competitivas duraderas sin elementos de colaboración. Los objetivos no pueden basarse en la eficiencia absoluta ya que fragiliza los sistemas y dejamos de ser eficaces.
Todas estas extrañas habilidades eran consideradas de menor cualificación que las de «los típicos modernos ejecutivos con MBA» y era unos de los motivos de la cárcel laboral hortofrutícola. Y, hasta ahora, han sido parte de la dificultad de los profesionales de carrera de encontrar buenas oportunidades laborales en otros sectores porque sus conocimientos y habilidades eran difícilmente transferibles. El sector se convertía de hecho en un “cercado laboral” que al profesional le era muy difícil abandonar.
Pues tengo noticias para empleadores y gestores de talento, en un mundo incierto y volátil como el actual, los recursos cognitivos y la velocidad de ejecución de un solucionador de problemas complejos, es ya un nuevo patrimonio profesional clave que es excepcionalmente trasferible y aplicable a otros sectores.
No hay una cantera profesional como la hortofrutícola, en casi ningún sector, que genere las habilidades que están siendo elogiadas por esta nueva disciplina emergente llamada Complex Problem Solving.
En mi libro toco esta temática sólo superficialmente, pero me tendréis que seguir aguantando, aquí en blog, en el futuro dándole las vueltas que sea necesario.