La campaña pasada, el ajo tuvo un problema grave de producción que derivó en precios altos durante todo el año, con una entrada en el mercado de producto de otros destinos como Argentina, China o Egipto. En esta campaña se plantea como “un melón por abrir”, según apunta Julián Cerdán, director Comercial de Coopaman (Unica Group) ya que, aunque las lluvias han venido bien al cultivo, siguen pendientes de la recolección: “hasta que no tengamos los ajos bajo techo no se puede cantar victoria”.
Desafíos
Para Cerdán el gran problema del ajo es la oferta. Cuando falta producto nacional, se crea “un agujero que la demanda va a cubrir ya que, aunque a la distribución no le guste el ajo egipcio, lo acabará comprando”. En este punto, lamenta la posición de desigualdad “total” a la hora de competir con otros países, sobre todo en materia sanitaria, reclamando la equiparación de las condiciones con terceros países.
A ello se unen otros retos, como las estrictas limitaciones de agua, que provocan que muchos agricultores busquen nuevas zonas en las que cultivar con menos problemas. En este punto, son muchos los que deciden abandonar el cultivo, sobre todo los más mayores, sin que se produzca el necesario relevo de jóvenes.
Defender el producto nacional
Uno de los valores que distinguen al ajo español es la calidad. Al ser un producto básico en la cesta de la compra, aunque su consumo baje en países más tradicionales, se compensa con el aumento en otras zonas que están adoptando su consumo, como los países nórdicos.
Desde Coopaman siguen defendiendo el ajo morado, “el nuestro”, con una previsión que oscila entre los 8-8,5 millones de kilos, pero que poco a poco pierde posiciones respecto al spring, sobre todo debido al rendimiento. “El consumidor en ocasiones no lo distingue, pero cuando lo hace, desde luego elige el ajo morado, aunque sea un poco más caro”.