Parece cierto que este año están disminuyendo de algún modo los costes de producción, como ha sucedido con la bajada del precio de la energía, sin embargo, no creo que sea “el año de la recuperación”, como se comenta. Sigue habiendo mucha incertidumbre en los mercados y, ante tanto desconcierto, en Onubafruit hemos decidido evitar conjeturas y apostar por ‘menos aventura y más seguridad’.
Pero evitar problemas no significa que nos quedemos parados, nuestro compromiso en proyectos de innovación sigue adelante, ya que representa para nosotros la base del futuro. En la actividad agrícola, cinco años es prehistoria, por lo que hay que estar continuamente buscando nuevas fórmulas y variedades optimizadas. Así es el caso de nuestros arándanos; disponemos de cinco variedades que van a ser mucho más competitivas que todo lo que hay en el mercado. Más productivas, con un derecho de uso más económico para nuestros socios y con menor coste de recolección, lo que redundará en un mayor beneficio. Porque el arándano, cuya oferta ha aumentado de forma importante a nivel mundial en los últimos años, no va a subir de precio, pero nosotros sí podemos reducir su coste para aumentar el margen de beneficio. Y así lo haremos.
«Los fondos de capital riesgo hoy están aquí, pero mañana estarán especulando con otro negocio y abandonarán la agricultura»
En cualquier caso, actualmente, la sociedad debe ser consciente de que la inflación incide en todos los sectores, incluida la alimentación. Hay una lucha descarnada por evitar que se repercuta en estos productos, pero es imposible. Además, hay que dejar de castigar al agricultor por todo lo que dicen que hace mal y ser coherentes. La solución a esto exige un profundo análisis sobre las relaciones que hoy existen y las que deberían existir entre la industria, la sociedad y la política.
De hecho, que, en 2050, 10.000 millones de personas se puedan alimentar, depende de nuestro trabajo. Por ello, es esencial apoyar al pequeño agricultor de cooperativa frente a los grandes fondos de capital riesgo que se están haciendo con las tierras porque ellos hoy están aquí, pero mañana estarán especulando con otro negocio y abandonarán la agricultura. Es una realidad y hay que decirlo, alto y claro. No hay nada más sostenible de cara al futuro que un agricultor de cooperativa. Reivindiquemos la cooperativa como un modelo sostenible en el tiempo.
Soberanía alimentaria europea
La apuesta de la sociedad por el producto local es una realidad, pero, bajo mi punto de vista, esta debe ser entendida a nivel europeo, como comunidad que somos. Hay que dar preferencia al producto europeo frente al de terceros países, que no guardan la misma seguridad alimentaria ni condiciones productivas que las nuestras, además del riesgo de contagio de plagas que conllevan.
Los agricultores españoles, ahogados por los elevados costes de producción, la falta de rentabilidad y la mala prensa, abandonan los cultivos a favor de lo que llaman el agribusiness, transformando sustancialmente el paisaje agrario. Hoy hay menos explotaciones agrarias, pero son cada vez más grandes, menos familiares y donde la inversión tecnológica desplaza la mano de obra humana. El control de los recursos de las zonas de explotación deja de estar en manos de las comunidades para estar en manos de personas que viven en otras partes del mundo y a las que lo único que les preocupa es su rentabilidad.
El mundo se inclina hacia la destrucción de la agricultura tradicional, privándole de competitividad, agua y reputación, pese a ser el único modelo que garantiza la sostenibilidad de la alimentación mundial del futuro.
O se legisla de manera equilibrada todo esto o tanto los pequeños agricultores como los consumidores y el propio planeta tendrán que asumir las consecuencias. Todavía estamos a tiempo.