En las manifestaciones de los agricultores franceses, los tomates marroquíes se erigieron, como símbolo de la competencia desigual: disponibles todo el año y un precio inmejorable gracias a la mano de obra barata, en Marruecos se paga a 0.97€/h, en Francia el coste es de 13.5€/h.
El líder del mercado de tomates cherry, Azura, fue el blanco de las acciones de la alianza sindical mayoritaria FNSEA-Jóvenes Agricultores, quien colocó en sus bandejas pegatinas con etiquetas en francés y árabe que decían “origen marroquí” , para recalcar que la empresa lo mencionaba en letra demasiado pequeña.
Azura afirma respetar “las reglas al pie de la letra”
«Respetamos las normas al pie de la letra «, replicó el director general adjunto de Azura, Abir Lemseffer, durante una rueda de prensa en París. La ira de los agricultores estalló en toda Europa este invierno, pero «sólo en Francia hemos sufrido una campaña de desprestigio» , afirmó, considerando el «estigma » «impactante» de la procedencia marroquí.
La empresa, nacida en 1988, se presenta como un “grupo familiar franco-marroquí” con una facturación de 500 millones de euros al año y que emplea a 18.000 personas (200 en Francia, el resto en Marruecos).
Azura cultiva en el sur del reino, donde el clima permite cosechar tomates durante todo el año sin calentar los invernaderos, situados en los alrededores de Agadir pero también en Dajla, en el territorio en disputa del Sáhara Occidental .
La cuestión de los derechos de aduana
Los tomates llegan a Europa en camión y en barco. Desde Perpiñán (sur de Francia) se envían a los supermercados franceses, alemanes o suecos. «Para poder vender a los grandes minoristas suecos, cada año somos examinados por auditores «, afirma Abir Lemseffer como garantía del cumplimiento de los criterios sociales y medioambientales.
Los productores franceses critican los tomates marroquíes por estar parcialmente exentos de derechos de aduana en virtud del acuerdo de libre comercio con la UE. Todavía existe una cuota, sistemáticamente superada, más allá de la cual las empresas marroquíes pagan derechos de aduana.
El cultivo de tomate marroquí también es criticado por contribuir al agotamiento de los recursos hídricos en un país que se enfrenta a la sequía por sexto año consecutivo. Azura destaca que riega todos sus cultivos en Agadir con agua de mar desalinizada, y asegura que quiere hacer lo mismo en Dajla en cuanto una desaladora esté operativa.